Somos dos patrias enfrentadas,por Andrea Palomas Alarcón.
Decididamente no
soy compatriota de Hebe de Bonafini, ni de Estela de Carlotto. Es algo que he
descubierto, que pertenecemos a distintos países. No sólo pensamos distinto,
somos de países extranjeros.
Tampoco soy compatriota de Garré ni
de Verbitsky. No canto el mismo himno que Lubertino, ni mi bandera es el trapo
colorado que pusieron en el mástil de la ESMA, cuando las tropas de ocupación
de los Kirchner convirtieron esa casa de estudios en una quermese de la mediamemoria.
Toda esta gente no pertenece a mi
Patria.
Los padres de mi Patria no son
Rodolfo Walsh ni Mario Santucho. Mis próceres no son el Che Guevara ni Azucena
Villaflor. No me importa cuántas calles, estaciones de trenes o plazas llamen
con sus nombres.
El padre de mi Patria es José de
San Martín, al que le quitaron la guardia de honor de Granaderos que custodiaba
la casa donde nació.
Los héroes de mi patria son el
Capitán Pedro Edgardo Giachino, a quien le bajaron el cuadrito un grupo de
concejales alcahuetes de Mar del Plata; Belgrano, que es general y no doctor,
porque con las armas ayudó a forjar esta Nación y no con el código civil.
Tampoco el código civil que quieren
inventar es el de mi patria, ni el matrimonio entre personas del mismo sexo es
una institución que yo respete.
Sus instituciones no son las mías.
El INADI no me representa porque “Betty” puede decir lo que le venga en gana de
la Iglesia de Cristo… porque es judía… pero un católico no puede sugerir nada
parecido sobre el judaísmo sin recibir una sanción. Al fin de cuentas, los
católicos estamos para el cachetazo, lo afirma el Evangelio.
Un preso político no puede estudiar
en la cárcel debido a que un profesorucho lastimoso se niega a darle clases y a
eso lo llama el INADI “objeción de conciencia”. Eso no es discriminación para
las instituciones de la patria extranjera pero una funcionaria del Registro
Civil no se puede negar a casar a dos homosexuales por objeción de conciencia
porque es discriminatorio, ni un médico a hacer un aborto, porque pierde su
trabajo.
Digámoslo de una vez, somos dos
países distintos viviendo en un mismo territorio. Dos países que a esta altura
entiendo irreconciliables, que se alejan más y más y cada día tenemos menos que
ver uno con el otro.
La pregunta es: ¿vamos a hacer algo
al respecto? Porque el trapo colorado nunca va a ser mi bandera ni el Che
Guevara el padre de mi Patria. Nunca voy a aceptar sus banderas, sus próceres,
ni sus instituciones, y el enfrentamiento se volverá cada día peor.
¿Qué se hace cuando un grupo de la
población es enemigo de otro? Cuando no nos dejan vivir según nuestras
creencias y quieren forzarnos a vivir según las de ellos. ¿Se divide el país?
¿La secesión es la respuesta? ¿Qué hicieron otros países? Alemania, por
ejemplo, hizo un muro y listo, no se vieron las caras durante cuarenta años
hasta que una de las patrias desapareció, producto de la realidad inclemente
que todo lo nivela. ¿Es ésa la respuesta? ¿Tendremos que levantar un muro?
¿Podremos sacarnos de encima la población que no pertenece a nuestra Patria?
¿Se irán de nuestro país o tendremos que irnos nosotros? ¿Nos los sacaremos de
encima pacíficamente o tendremos que pelear? Es que estos tipos nunca tuvieron
un trabajo genuino y su patria es una ficción que parasita la nuestra. ¿Acaso
alguien en la Cámpora puede distinguir un trigal de un campo de soja? Lo dudo.
¿Aceptarán pacíficamente que además
de cacarear tienen que sembrar la tierra? ¿O tendremos que blandir el sable
para explicarles que no somos el combustible de su vida fácil?
LA PATRIA, DULCE SUEÑO
Despierto como de un dulce sueño y
recuerdo los actos de la escuela. “Nuestra bandera es blanca y celeste… como el
cielo que hizo el Señor… es la bandera más linda del mundo… porque la alumbra
el sol del amor…”.
Ahora sé que algunos de mis
contemporáneos tenían otra bandera, que el Señor era para ellos una imposición
patriarcal y el amor un prejuicio burgués, cuando no una neurosis. Los adivino
apretando los puños cuando oían sobre las glorias de San Martín, del altruismo
y el valor de nuestros próceres, del sacrificio de los jujeños en su éxodo
hacia Tucumán, de nuestros mártires en el Monte Tucumano peleando contra la
guerrilla, de Güemes y su hermana Macacha, la visión de Roca hacia el desierto
y de los extranjeros como Liniers o Brown que se enamoraron de esta Patria en
expectativa, cuando no era más que un sueño de libertad. Ahora sé que algunos
de los que creía mis compatriotas rechinaban los dientes esperando su turno en
el poder para exponer la otra patria al mundo.
Ahora que se han sacado la careta,
debemos preguntarnos TODOS, los de una y otra patria… qué vamos a hacer al
respecto.