sábado, 3 de noviembre de 2007

POR QUE TODOS SON ZURDOS??

Por Nicolás Márquez

Desde hace ya varios años (y potenciado al extremo durante el último lustro) la omnipresencia de pandillas y grupos de izquierda condicionando rectores, sentencias en juicios, planes sociales, cargos burocráticos, filmes, cátedras, leyes, subsidios, fabricación de feriados y cualquier etcétera posible, ha sobrepasado ya holgadamente el límite de la sana tolerancia, el sentido común, y la lógica más elemental.

Cuesta entender como tras el fracaso mundial en el que ha incurrido el régimen comunista (derrota formalizada y simbolizada con la caída del Muro de Berlín en 1.989), sus adherentes, en vez de efectuar un riguroso acto de constricción y reflexión mudando de tan horrorosa ideología hacia aquellas que han demostrado eficacia y vigencia, prosiguen aferrándose al marxismo y sus derivados a modo de masoquismo intelectual o espiritual.

De todos modos y a pesar de su insistencia en permanecer en el desacierto, existe en los numerosos prosélitos de este espectro ideológico una notable gama que va desde aquella izquierda rabiosa, hasta aquella otra cuya militancia se presenta ante la opinión pública con un tinte presuntamente moderado y académico conocido como “progresismo”, tal el apodo aplicado para atraer la simpatía de los idiotas útiles.

En cuanto a la izquierda furiosa y de impronta radicalizada, según lo describe la fastuosa pluma del Profesor Antonio Caponnetto, la misma está compuesta por variados grupos que “Ideológicamente hacen gala de anarquismo y marxismo explícitos, de guevarismo y comunismo directo y brutal, y de una forma mentis signada por la promiscuidad, el hampa, la roña moral y física, y el odio a todo lo que represente la más elemental noción de autoridad humana o divina. Son en sentido estricto, irrecuperables hordas rojas, llámense quebrachos, polos obreros, corrientes clasistas y combativas, izquierdas unidas o delincuentes rejuntados” (1)

En tanto, el “progresismo” (versión izquierdista de apariencia civilizada), no osa confrontar o cuestionar de manera abierta el Derecho de Propiedad (aunque se lo relativice) ni la Economía de Mercado (aceptada como medicina amarga) e incluso han virado el debate hacia un costado menos economicista haciendo hincapié en aspectos culturales o morales.

Los objetivos de sendos grupos suelen ser los mismos. Los métodos, distintos. Siguiendo la pluma del citado profesor Caponnetto, a este último espectro, lo componen por igual “funcionarios y piqueteros, periodistas y legisladores, partidócratas y punteros de comité, abortistas y manfloros, sedicentes defensores de los derechos humanos y esa inmensa ralea en la que tanto cabe el cantautor como el comunicador social, el universitario progresista, el marginal salteador, el atildado dirigente oficial, el curerío apóstata, los jueces garantistas y la turba juvenil o senil a la que han llenado el alma de resentimientos e historias mendaces” (2)

Complementando esto, ese estupendo pensador y sociólogo que es Juan José Sebreli, nos define al progresismo argentino como una “franja compuesta por un sector de la clase media semiculta de los grandes centros urbanos, agrupada bajo la denominación vagarosa de “progresismo”…Sus principios confusos y contradictorios, mezcla de ingenuidad e hipocresía, de contestación y conformidad con las bogas vigentes y beata devoción por las “buenas causas”, asemejan a los progresistas de hoy a los “idiotas útiles” de los tiempos dorados del estalinismo“.

Los progresistas inciden en la opinión pública, ya que muchos son profesores, escritores, periodistas, psicoanalistas, artistas, comunicadores sociales, a los que se suman ricos con sentimiento de culpa, o gente exitosa en el mundo del espectáculo, el deporte o los negocios.

Para muchos de ellos, el progresismo, en la acomodada madurez, representa la fidelidad al ultraizquierdismo cultivado en su juventud. Rasgos característicos del progresismo son la confusión entre la moral y política, entre moral y economía, el rechazo por toda forma de realismo político, la sustitución de los análisis concretos por la denuncia y la lamentación, el reemplazo de propuestas viables por la sujeción a principios abstractos, a bellos deseos imaginarios, una obstinada negación a ver la cruda realidad y una memoria histórica maniquea y distorsionada… La indignación del progresismo es una actitud moralista y sentimental que, en abierta contradicción con el marxismo clásico, consideran reaccionaria la preocupación por los datos de la economía, por los fríos y deshumanizados números…

El progresismo, que nada aprende, repite eternamente los mismos errores y su arrogancia no le permite admitirlos, prefiere creer que fue traicionado por estos partidos aunque las expectativas no cumplidas solo estaban en su propia imaginación y no en la voluntad de los dirigentes políticos; el engaño será siempre posible mientras existan quienes desean ser engañados y necesitan engañarse a sí mismo” (3)

Para mal de males, si alguien osa denunciar la presencia de estas infelices comparsas ideológicas en el desalentador escenario político contemporáneo, los acusados salen al ruedo denunciando al vacío una conspiración “macartista” y alegando un discurso vagaroso nutrido de una fraseología repartidora y distribuidora de culpas afirmando que “es el fin de las ideologías” (metiendo a todas ellas en una difusa licuación derrotista) cuando en verdad, prima facie, solamente era el fin de la ideología comunista que había fracasado, pero no de las exitosas que perduraron.

Dentro de esta estrategia disuasiva, se sigue diciendo que las categorías “derecha-izquierda” son caducas; pero sin embargo, los izquierdistas insistentemente tildan de “derechista” a todo aquel que no piense como ellos, lo cual resulta contradictorio, puesto que como el concepto ¨derecha¨ se vincula necesariamente con el de ¨izquierda¨, al declararse que la “izquierda” después de la caída del Muro de Berlín ha desaparecido, por lógica debería dejar de usarse la palabra ¨derecha¨. Asimismo, el término “derecha” nunca es definido de manera concreta o taxativa, y se suele llamar de ese modo a todo aquel que no sea de izquierda.

¿Y por qué a pesar de los hechos concretos de la realidad se prosigue en esa tozudez irreflexiva rayana en la locura consistente en sostener y defender una posición comprobadamente inútil y fracasada? Sin excluir otras causas, notamos que por regla general se puede ser de izquierda por tres factores concretos:

A) Por error ideológico y/o doctrinal. Algo relativamente frecuente, así como de fácil corrección en las personas de buena fe que abrazan ideas de izquierda suponiendo que en ellas está la prosperidad y solución a los males. Tanto sea por sana pedagogía, contacto con bibliografía de contenido sensato, por corrección fraterna de algún amigo o allegado, por madurez psíquica o por mantenimiento del contacto con la realidad, el desvío ideológico puede y suele ser subsanado en el corto o mediano plazo sin demasiados inconvenientes.

B) Por resentimiento. Esto es mucho más difícil de solucionar y ha sido analizado extensamente por pensadores de la talla de Robert Nozick y Von Mises. Este último, nos enseña que ¨Está uno resentido cuando odia tanto que no le preocupa soportar daño personal grave con tal de que otro sufra también. Gran número de los enemigos del capitalismo saben perfectamente que su personal situación se perjudicaría bajo cualquier otro orden económico (...). Cuántas veces oímos decir que la penuria socialista resultará fácilmente soportable ya que, bajo tal sistema, todos sabrán que nadie disfruta de mayor bienestar!¨ (4) Es dable aclarar que el resentimiento del individuo no debe ser visto como una consecuencia necesaria del fracaso personal (todos los mortales en mayor o menor medida tenemos frustraciones y objetivos inconclusos) puesto que los hombres rectos y desprovistos de esta perturbación pueden perder y aceptar con hidalguía la adversidad. El resentido, en cambio, ante la incapacidad para tolerar sus infortunios se refugia en los anestésicos y embriagantes desvaríos izquierdistas para aminorar la angustia interna provocada por sus naufragios. En esta situación, y como bien lo define el ensayista Enrique Arenz, el izquierdismo se constituye en un “retardo madurativo”. En este acápite, a diferencias del punto “A”, ya no se trata sólo de presentarle al izquierdista argumentos razonables y lógicos para recuperarlo del error, ya que la lógica y la razón se estrellan ante la ceguera proporcionada por el dogmatismo ideológico que además le sirve de alivio para apalear su malestar interno. Por ende, la tarea de reencauzamiento ha de ser minuciosa, prolongada en el tiempo y con no pocas probabilidades de fracaso.

C) Por conveniencia patrimonial. Ya que siendo de izquierda se abren inacabables puertas para “trabajar en política”, en secretarías burocráticas, obtener cátedras, cargos en O.N.G.s “humanistas” (muchas veces subsidiadas por el Estado), facilidades para llevar adelante actividades “artísticas”, periodísticas, impunidad ante la comisión de determinados delitos, premios literarios otorgados precisamente por “academias” o institutos conformados por izquierdistas que se aplauden entre ellos y obviamente, generosos espacios en los medios de comunicación social. Al presentarse alguien en sociedad como “izquierdista”, de inmediato se posee la presunción de que sus actividades (en la materia que fueren) son de gran valor y profundidad intelectual.

La izquierda, comprobadamente no sirve ni nunca ha servido para nada (excepto para engendrar daño). Si existen tantos militantes al servicio del error empíricamente ratificado, además de las aristas expuestas, cabría agregar un dato más: Las ideas de izquierda no se suelen juzgar en función de sus infructuosos resultados, sino en función de la aparente bondad de sus objetivos. El problema, además, radica en que los objetivos son tan aberrantes como los resultados mismos de sus acciones. Pero ello ya es harina de otro costal.

Abogado, autor de los libros “La Otra Parte de la Verdad” y “La Mentira Oficial” www.nicolas-marquez.com.ar (1) Kirchner Jefe y Garante del delito – Antonio Caponnetto –oct/nov 2005 - ) (2) Estado de Descomposición - Antonio Caponetto -marzo abril 2004- ). (3) Crítica a las Ideas Políticas Argentinas - Juan José Sebreli - 2003). (4)La mentalidad Anticapitalista, Ludwig Von Mises –edición Bolsa de Comercio 1979)

ESPIRITU ESPARTANO

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Ambito Financiero).- El reclutamiento de las Fuerzas Armadas argentinas está dando señales de dificultades crecientes, las que responden a tres causas: la baja en la tasa de desempleo, los bajos salarios que perciben y el clima de hostilidad política que se ha generado en los últimos años. Tomando el caso del Ejército, en 2002 se presentaron 1.321 postulantes para ingresar al Colegio Militar, que forma los oficiales, y en 2007 sólo 591, menos de la mitad, implicando sólo 1,2 postulante por vacante; en el caso de la Escuela de Suboficiales, la cantidad de postulantes descendió 25% respecto del año pasado, con 1,9 por cada vacante a cubrir, y en caso de los soldados voluntarios, los aspirantes cayeron 43% en comparación con 2006, con 1,6 por cada plaza a cubrir. Paralelamente, el pedido de baja es creciente entre los oficiales y suboficiales jóvenes. En lo que va del año, en los oficiales subalternos, quienes han dejado la carrera este año fueron 229% más que en el año pasado; en los suboficiales, 40% más y en los soldados voluntarios, 20% más. A partir de que la Argentina eliminó el servicio militar obligatorio y estableció la tropa voluntaria, en lo que hace al reclutamiento, el modelo pasa a ser el anglosajón en cuanto a cuáles son los mecanismos, los incentivos para el reclutamiento, sobre todo en tiempos de dificultades, aunque ello no haya sido asumido como tal. Gran Bretaña tiene hoy 200.000 hombres en sus Fuerzas Armadas regulares, con una población de 60 millones. Como la Argentina la tiene de 38 millones, si tuviera fuerzas armadas equivalentes en personal, las tendría de casi 140.000 hombres, algo más del doble de lo que tiene actualmente. No sería nada fácil hoy reclutar en la Argentina el doble del personal militar. A ello hay que agregar que el desempleo en el Reino Unido es menos de la mitad que en la Argentina -no llega a 5%- y que el país atraviesa el período más largo con desempleo tan bajo. Es decir que el reclutamiento británico debe realizarse en condiciones socioeconómicas mucho más difíciles que en la Argentina, en términos de facilidad o dificultad para reclutar. Pero si a ello sumamos que desde 2003 hasta hoy casi 120.000 hombres de las Fuerzas Armadas británicas han pasado por las misiones de Irak y Afganistán, sufriendo niveles de bajas proporcionalmente similares a las de EE.UU. -161 muertos en Irak y casi más de un millar de heridos y otro tanto en Afganistán-, cabe preguntarse cómo hacen para cumplir con las necesidades de reclutamiento. El tema, en síntesis, es: ¿cómo haría la Argentina para reclutar el doble del personal militar que está reclutando, con menos desempleo que el que tiene hoy y teniendo además los militares todos los riesgos que implican las misiones de Irak y Afganistán? Además, para incorporarse como soldado profesional a las Fuerzas Armadas británicas -como a las de EE.UU.- se firma un contrato por el cual se asume el compromiso de servir durante determinada cantidad de años, no como en la Argentina, que se abandona el servicio cuando se quiere, lo que carece de racionalidad alguna en un sistema de tropa voluntaria. En la comparación que intentamos realizar, es una dificultad adicional más que tiene el reclutamiento británico en comparación con el argentino. Una primera respuesta a la diferencia podría estar en el salario, argumentando que el que se paga en las Fuerzas Armadas británicas es superior al de la Argentina. Ello es cierto en términos absolutos, pero no en términos relativos. En realidad, los soldados británicos -no los oficiales-cobran los mismos salarios que en la Argentina, considerados sobre el promedio que se paga en el país: ligeramente por debajo de la media. Concretamente, nadie entra a las Fuerzas Armadas británicas hoy por el salario, ya que con la economía en el proceso de crecimiento más prolongado y el desempleo más bajo de la historia, hay opciones salariales mejores. Un soldado raso de infantería que presta servicios en Basora en la conflictiva provincia del sur de Irak no gana más que alguien que vende diarios en la salida del subterráneo de la esquina de Hyde Park o Picadilly Circus. Entonces, ¿por qué ese joven que tiene entre 18 y 24 años se encuentra en Basora arriesgando la vida y no está vendiendo diarios por un salario algo mayor en el centro de Londres?. La respuesta comienza a percibirse cuando se entra a una de las oficinas de reclutamiento de las Fuerzas Armadas británicas, que están en todas las ciudades del país. Tomando como ejemplo el folleto con el cual se trata de obtener reclutas para la infantería del ejército y la infantería de marina de la armada -las dos especialidades con más bajas mortales en Irak y Afganistán comienza la respuesta. No se habla de salario, ni de ninguna ventaja en la vida civil o posibilidad de tener educación paga. Se busca ante todo despertar la vocación por lo militar específicamente. La presentación de lo militar va acompañada en ambos casos con un fuerte sentido de elección. Es decir, si se quiere elegir la infantería blindada, ligera, de asalto aéreo o mecanizada. Lo mismo en la infantería de marina, si el postulante prefiere el asalto anfibio, las fuerzas de reacción rápida, o la montaña y el clima frío o los comandos. En conclusión, lo militar aparece como el primer atractivo para el reclutamiento en el sistema militar británico, que está logrando resolver con éxito el desafío que implica competir con la mejor economía y el menor desempleo de la historia y la exigencia y los riesgos que implican operaciones como las de Irak y Afganistán, y ello debe ser una referencia para el problema que ya han comenzado a enfrentar las Fuerzas Armadas argentinas.

ROSENDO FRAGA

domingo, 23 de septiembre de 2007

ESCRIBE PILAR RAHOLA

En el diván, con Mirtha Legrand
PorPilarRaholaLa barroca elegancia de las grandes divas. Sus tacones de espanto en esos pies que han pisado décadas de éxito, glamour y belleza. Sus brillantes joyas, adornando una inteligencia mordaz, en un cuerpo que se enfunda en rosas imposibles. La contemplo en su atalaya divina, y el respeto adquiere el sentido de la admiración. Si Argentina se observa desde la mesa elegantemente parada de Mirtha Legrand, los tiempos y los hechos se ablandan como mantequilla, se vuelven algo tiernos. Comparto esa mesa televisiva, codiciada y amable, con mujeres de alta categoría y más alta voz: Estela Carlotto, la presidenta de las Abuelas de la plaza de Mayo; Olga Riutort, que aspira a dirigir los destinos de la ciudad de Córdoba, y una de esas mentes lúcidas que la política Argentina sabe dar en los tiempos del desconcierto, Gabriela Michetti, mano derecha de Mauricio Macri en el Gobierno de Buenos Aires. Empieza el programa y el glamour acomoda el debate de las ideas: la memoria de la represión, los mitos intocables, el hambre entre la riqueza, el papel de la mujer... Vista desde la perspectiva que da la complicidad lejana -la mirada extranjera- Argentina preocupa tanto como seduce, sorprendente en sus logros y en sus déficit. Vidas paralelas en muchos aspectos, la dictadura, la represión, la memoria, el terrorismo, Argentina no tomó el camino que el pacto de la transición marcó para la vieja Sefarad, y esa bifurcación cambió los destinos mutuos. Sé que decirlo remueve y araña mi alma antifranquista, pero viendo el círculo de odios, venganzas, juicios inacabables y toda suerte de denuncias cruzadas que aún atenazan -y condicionan severamente- la política Argentina, creo que el camino que tomó la democracia española fue tan valiente, como necesario para garantizar el futuro. A Argentina le pesa tanto el pasado, que a veces parece que habita en él, como si la realidad no fuera más que su derivada. Un pasado, además, mirado con ojo tuerto, donde los dictadores y sus cómplices reciben el legítimo repudio y lentamente van pisando los suelos de la justicia; pero cuyos terroristas son considerados héroes del pueblo.
Héroes. Lacra de toda Latinoamérica y no sólo de Argentina, la actitud de una parte del espectro social, que minimiza, justifica e incluso avala el terrorismo, es un penoso síntoma del relativismo ético que practican muchos líderes de izquierdas, hasta el punto de no conmoverse ni con la muerte masiva. Ahí está, para vergüenza de Argentina y para vergüenza de la humanidad, el brindis que Hebe de Bonafini -la antigua presidenta de las madres de Mayo- hizo, celebrando el atentado del 11-S. Un total de 4.000 muertos, 4.000 personas con sus vidas, sus esperanzas, sus ilusiones, convertidas en humo en manos del terror, y la risa de Bonafini bendiciendo la matanza. Y su famoso ¡Viva ETA! En la España que la había invitado y aún lloraba la muerte de Ernest Lluch.Hebe representa el paradigma de una izquierda violenta, revanchista hasta la locura, inequívocamente reaccionaria. Sin embargo, ¿es ella lo alarmante? Al fin y al cabo, personajes como Hebe o como otros que pululan por el continente, con el delirante Chávez a la cabeza, no son nuevos en el mercado del populismo demagógico.No. Lo alarmante es que el día después del brindis de muerte, las Hebes continúen teniendo micrófonos, vida social activa, miles de pesos de ayuda pública y hasta el aval institucional."Todos somos hijos de Hebe", me aseguran que dijo Néstor Kirchner. Sobran palabras... Eso es el relativismo ético, ésa es la quiebra de valores que, con angustiosa naturalidad, se puede respirar en la Argentina que avala determinado progresismo. En esa Argentina, y en alguna de las Españas... Como dijo el sabio, "habrá que defenderse de una derecha muy diestra, y de una izquierda muy siniestra".
Más allá de la minimización del terrorismo, las víctimas de la dictadura están presentes, devoradas en los agujeros negros del horror, y no parece fácil enterrarlas. Estela Carlotto me lo dijo de forma descarnada y frontal: "tienen que pagar". En su caso, por una hija muerta y una nieta desaparecida. Difícil cuestión, décadas después. Si no pagan por los crímenes, la impunidad ganará cruelmente la partida. Si pagan, ¿cómo dejar fuera de la justicia a los que, en nombre de la libertad, también asesinaron? Chile y Uruguay encontraron su camino, atribulado, doloroso y valiente, hacia la reconciliación.Argentina prefiere chapotear en un eterno barrizal. Personalmente, no estoy segura de que alcance justicia, pero conseguirá niveles notables de venganza. Y eso, que alimenta a las furias del pasado, puede ser dinamita para el futuro.
Vuelvo a Mirtha, su cadencia, su penetrante mirada, el clima que nos crea, donde la carne viva de lo tratado se moldea suavemente, como si no fuera trágico. Poesía y luz en las tinieblas de la épica. La observo con cariño, convencida de estar ante una de las últimas de una gran estirpe;una reina, como me dijo ella misma en los salones del Alvear. Sí. Una reina divina.
Fuente: El País (España)

jueves, 20 de septiembre de 2007

ESTA MINA ES DE LAS BUENAS

Votó en contra de la nulidad de los indultos y despertó la polémica. Lúcido y conmovedor diálogo con LA NACION Por Laura Di Marco
Domingo 22 de julio de 2007 Publicado en la Edición impresa

"Yo siempre lo digo: la tarea de un juez de la Corte es antipática por naturaleza porque, para ser un buen juez, nuestro primer deber es ser desagradecidos con quien nos nombró. Estrecharle la mano con educación, agradecerle el cargo, y no volverlo a ver", se planta, como si tal cosa, la jueza Carmen Argibay, mientras se saca fotos para esta entrevista con LA NACION en su despacho de Tribunales, el mismo en que meditó por largo tiempo una decisión: la de no estampar su firma junto con la mayoría en el reciente fallo de la Corte Suprema que declaró inconstitucional un indulto que favorecía al ex general Santiago Riveros, comandante de Institutos Militares entre 1975 y 1978. La polémica se amplificó durante la última semana porque el caso Riveros tiene impacto -o podría tenerlo- sobre la nulidad del resto de los indultos que dictó Carlos Menem en favor de ex represores de la dictadura. Y se amplificó, también, porque la posición contraria de Argibay a que la Corte declare nulo este indulto en particular -ella subraya la diferencia: éste en particular- ilumina un dilema moral y político que ni siquiera llegó a abrirse en Argentina: la tensión entre lo que debería ser -la lucha contra la impunidad- y el principio constitucional que garantiza el derecho fundamental de las personas a no ser juzgadas dos veces por el mismo delito, lo que en derecho se llama "cosa juzgada", el principio basal -según Argibay- que da fundamento a la existencia del Poder Judicial. Ocurre que la Corte, hace 17 años, dijo sobre Riveros lo contrario de que lo que hoy dice: que el indulto fue válido en su caso, lo que también implica que aquella resolución creó derechos en su favor. "Y aunque no me haya gustado -y no me gustó-, es lo que dijo el máximo Tribunal en una resolución última, final y definitiva, y yo no la puedo revisar porque, si lo hago, cuando se dé vuelta la tortilla, pasado mañana va a venir otra Corte y va a revisar este mismo fallo, que ahora festejamos." Su propia historia es la mejor clave para entender hasta qué punto la decisión la obligó a un forcejeo interior: ella misma fue víctima de las detenciones ilegales de la dictadura. Estuvo nueve meses detenida en Devoto, sin imputación, juicio, ni proceso. "Me vinieron a buscar la madrugada del golpe, a las tres de la mañana, y me tiraron la puerta abajo a tiros. En nombre de querer defender la Constitución, ellos la pisotearon. Y eso es lo que yo quise decir con mi voto: yo actúo con la ley en la mano porque yo no soy como ellos". Fuma sin parar y tiene fama de dura, pero no lo parece. Es más, ella misma cuenta que la gente, cuando la conoce, suele decirle que tiene cara de buena. Y es así. Durante la charla con LA NACION -en la que habló de política, de sus diferencias con el Gobierno, del machismo todavía presente en la vida argentina- también se permitió recordar momentos intensos de su vida personal, y los ojos se le llenaron de lágrimas en más de una ocasión. Por ejemplo, cuando contó que, durante su cautiverio, una de sus compañeras de celda -que hasta el día de hoy es una de sus mejores amigas- dio a luz un bebe y fue ella la primera en tenerlo en brazos. "No; no soy una superwooman, y necesito el apoyo de mis amigos y mi familia, como cualquiera." No se casó, aunque confiesa que se enamoró más de una vez, y no tuvo hijos. "Pero no fue mi elección no ser mamá. A mí me hubiera encantando, pero simplemente no se dio". La vida, en cambio, la compensó con ese bebe a quien siente un poco como su hijo, nacido en tiempos injustos que, en la convicción de Argibay, tal vez deberían quedar impunes para que la Justicia triunfe. "Lo siento mucho -yo nunca estuve de acuerdo con los indultos y sigo sin estarlo. Me disgusta profundamente que este señor, Riveros, quede exento, pero lo que no podemos es volver a juzgarlo por lo mismo. Las cosas se hicieron mal. Mala suerte." - La mayoría de la clase política festejó un fallo que fue calificado como un triunfo sobre la impunidad. ¿Cómo vivió esas reacciones y qué peso tuvo para usted haber votado en contra de la corriente en una decisión, digamos, tan impopular? -Fue una decisión sumamente difícil para mí porque no está en mi forma de pensar, ni en mis ideas, facilitar la impunidad de nadie. Fue una lucha interior entre lo yo creo que debe ser y el principio de la cosa juzgada. Por encima de mis gustos personales, e incluso de mis ideas, está la ley, y yo no puedo ignorarlo porque no podría seguir viviendo conmigo. Hubiera sido muy cómodo para mí sumarme a la mayoría porque, ¿quién me hubiera criticado? Nadie. Mucho menos, teniendo en cuenta mi historia personal. Probablemente al resto de la gente no le hubiera molestado que yo firmara con la mayoría, pero a mí sí. A mi conciencia, sí. De todas maneras, fue mucho el apoyo que recibí de gente que comparte que, si queremos salir adelante como sociedad, debemos respetar la Constitución siempre, no sólo cuando nos viene bien. -¿Cómo fueron esos apoyos? La primera en llamarme fue una amiga, que estuvo secuestrada y fue torturada en la Esma. Y me dijo: "Carmen, nosotros tenemos muchos muertos sobre nuestras espaldas, es la historia de nuestra generación, por esto te digo que estoy totalmente de acuerdo con lo que hiciste". Y eso, viniendo de una persona que no sabe cómo se salvó, es para mí mucho más importante que cualquier otra crítica que puedan hacerme. Yo sé que mis disidencias son antipáticas, y que no caen simpáticas en el Ejecutivo. O que, al menos, sorprenden -¿Y por qué cree que sorprenden? -Y bueno Porque hay prejuicios. Y porque, en general, se parte del presupuesto de que todo el mundo es vengativo. Y, si ese señor fue o es tu enemigo, entonces hay que fallarle en contra. Y no: si tiene razón, hay que fallarle a favor, aunque no me guste el señor. Yo me centro en los hechos. - No está mirando las encuestas. -No, no miro eso A veces, sí, trato de no ser demasiado hiriente. Porque puedo ser hiriente si quiero, ¿eh? -Bueno, tampoco está obligada a ser la Madre Teresa... -No lo soy, y creo que no hubiera podido serlo nunca, pero bueno (risas) -¿Es difícil mantenerse independiente en un gobierno con tanta vocación de avanzar sobre el resto de los poderes? Por ejemplo, ¿tiene relación con Kirchner, con Cristina o con Alberto Fernández? -Ninguna. Por lo pronto, al Presidente lo he visto dos veces en mi vida: una, cuando me ofreció el cargo, y lo acepté. Y la segunda, cuando me dio el decreto de designación acá y vine a jurar. A Alberto Fernández lo conozco desde cuando era empleado acá en Tribunales, pero no tengo ninguna relación con él. -¿Nunca la llamó por alguna resolución? -Pero para nada. Y a Cristina ni la conozco. Me llamó una vez cuando estaba en La Haya, cuando ya estaba propuesta como candidata. A mí nunca jamás nadie me ha llamado para que resuelva de alguna manera, ni nada por el estilo. -¿Y al resto? -Bueno, supongo que no Nunca he visto ninguna señal de que haya habido semejante cosa. -Pero en este último fallo en que la mayoría declara nulo el indulto, ¿no pudo haber falta de independencia o quizá la respuesta automática a algún reflejo del poder? Digo, pensando en la sobreactuación que, a veces, tiene este Gobierno en la agenda de derechos humanos. -No, para nada. En esta Corte no hay mayoría automática, ni podría haberla jamás. Esta Corte es independiente. Ocurre que, en este caso, hay dos principios constitucionales en juego: por un lado, el derecho a la verdad de las víctimas y, por otro lado, está la cosa juzgada, que es la garantía fundamental de las personas de no ser procesadas dos veces por el mismo delito. Para mí, este último principio tiene preeminencia porque es el fundamento de la existencia misma del Poder Judicial. También creo que el derecho de las víctimas es muy respetable pero, en mi opinión, esa garantía pasa exclusivamente por el derecho a la verdad, que no queda afectado porque ese juicio, igual, va a seguir. Pero los dos principios tienen el mismo rango y ahí viene el conflicto. -¿En el del indulto? -En el de este indulto, cuidado, el de Riveros, concretamente, porque los casos pueden ser distintos. -¿No sienta jurisprudencia el último fallo? ¿El de Riveros no habilita otros indultos? -No, para mí no. Todo depende. Si mañana viene otro indulto, donde la Cámara Federal que intervino no hizo un sobreseimiento, mi resolución puede ser distinta. -Según su propia evaluación, ¿cuál es la diferencia entre esta Corte y la que creó Menem? -Muchísimas. Primero, en la Corte anterior, había una mayoría automática, lo que significa que ese cuerpo estaba atento a los deseos y necesidades de otro poder. Esto no pasa acá. Segunda: nosotros nos encontramos socialmente, comemos asado, nos llevamos muy bien. Y, aunque pensemos diferente, que pensamos, nuestra amistad no queda afectada. Los miembros anteriores, según sabemos, terminaron todos peleados, y así no puede trabajar un cuerpo colegiado. Nosotros debatimos mucho y tratamos de llegar a una solución común, aunque, a veces, como en este caso, no se puede. Y finalmente, la calidad intelectual de este tribunal es, a mi criterio, muy superior a la anterior. - En los últimos tiempos tuvimos casos de corrupción resonantes, como Skanska o el de Felisa Miceli, con rápida reacción judicial. ¿Hay una nueva generación más independiente de jueces? -Creo que sí. Y en algo contribuye la forma de selección, que no será perfecta, pero es mejor que la anterior. Ahora, al menos, hay una cierta garantía; se exige la demostración de capacidad, que antes quedaba sólo al gusto de alguien que se lo recomendaba al Presidente. El Consejo de la Magistratura nace para ponerle freno a esa facultad arbitraria del Ejecutivo de nombrar a cualquiera. Así tuvimos un fiscal trucho. Yo a veces veía fallos y pensaba: pero éste, ¿ dónde habrá estudiado? ¿En algún curso a distancia? Porque de la facultad no era -Disculpe, pero la nueva ley del Consejo de la Magistratura originó una enorme polémica y planteos de inconstitucionalidad. Digamos que no parece, al menos el mejor método para la selección de jueces. ¿Qué opina usted de esta nueva ley? -No puedo opinar sobre eso. Sólo puedo decirle que la selección ha cambiado; que es mejor y que ya van a llegar a la Corte los planteos de inconstitucionalidad de la nueva ley que modificó el Consejo. Y ahí veremos.
* * *
Su estilo o sus opiniones pueden gustar o no. Pero hay que reconocerle a Argibay una cualidad que escasea en estos tiempos de comunicación fácil y palabras vacías: se anima a plantear cuestiones difíciles y a asumir una posición controvertida, aunque no resulte simpática. Su credo: el fin, aunque sea elevado, jamás justifica los medios. "Porque, aunque parezca más conveniente, hay que pensar en las consecuencias. Y las consecuencias, bajo esa lógica, nunca son buenas. Nuestro mayor problema como sociedad es que nos falta un examen de conciencia. Tenemos que empezar a sincerarnos: ¿qué pasó acá, por qué? Esta sociedad está muy dividida, pero sigue siendo la misma." -Su caso es parecido al de José Mujica, el actual ministro uruguayo que estuvo detenido en condiciones infrahumanas durante la dictadura en ese país y que, sin embargo, hace docencia, desde su programa de radio, en contra de los escraches. ¿Cómo hizo para separar la justicia de la venganza? -En primer lugar, trato de ponerme en el lugar de los otros. Trato de no dejarme llevar por antipatías o por cuestiones que pasaron en otras épocas. Y tengo memoria, eso sí, me acuerdo de muchas cosas, de las que parece que hay otros que no se acuerdan. Pero naturalmente, no me cuesta separar lo que es justicia de lo que es venganza. Y la Constitución me ayuda mucho para hacer esa separación. -Usted estuvo detenida durante la dictadura, en el 76. Es una historia que nunca contó demasiado, ¿Estuvo desaparecida? -No; nunca estuve desaparecida, sino detenida a disposición del Poder Ejecutivo, en Devoto, durante nueve meses en un pabellón común, desde marzo a octubre del 76, sin imputación, ni juicio, ni proceso, ni nada. Y así como entré, salí. Me vinieron a buscar a mi casa el 24 de marzo, a la madrugada, y me tiraron abajo la puerta, a tiros, como si fuera la persona más peligrosa del mundo. -¿Y sabía por qué? ¿Tenía militancia política entonces? -No, nunca supe por qué; ni antes, ni ahora. Y no tenía ninguna militancia política porque, trabajando en Tribunales, tenía prohibida la participación en política partidaria y respetaba la norma. Entonces, yo tenía 36 años y era secretaria de la Cámara del Crimen; fui la primera mujer en ocupar ese cargo en la Justicia y, por esas paradojas de la vida, entre mis funciones estaba organizar las visitas a las cárceles, al mismo lugar donde después me llevaron detenida. Por supuesto que, cuando salí de Devoto, me echaron. -¿Y con quién estuvo en Devoto? -Bueno, con un montón de personas. Era un pabellón supuestamente para 12, pero éramos 24. En la cárcel conocí a dos personas que hoy son grandes amigas mías. Una es artista y está ahora en París; la otra es abogada, vive en Santa Fe. La abogada tiene tres chicos, que son mis sobrinos postizos, y uno de ellos es prácticamente un hijo porque mi amiga lo parió cuando estábamos detenidas y la primera persona que lo tuvo en brazos fui yo El hijo que compartimos, como dice mi amiga -¿Qué le dijeron sus compañeras de cautiverio de su voto en disidencia? -(sonríe) La que vive en Santa Fe fue la primera en mandarme un mail contándome que, primero, el marido sufrió un shock cuando se enteró de mi voto. Y después, cuando mi amiga le explicó cómo era la situación y por qué lo hice, se quedó impactado. "Le pareció admirable", me dijo, y eso vale mucho para mí viniendo de gente que podría haber salido a buscar sangre, y no lo hizo -Y cuando tiene conflictos interiores como en este último fallo, que tuvo para usted tanta carga emocional, ¿con quién lo comenta? -Tengo unas amigas que son particularmente sostenedoras, con quienes comparto mucho. Mis conflictos personales, lo que me pesan algunos temas Como este caso, en el que tuve un conflicto interno muy serio. Todos necesitamos apoyo. Nadie es un superhombre, ni una supermujer. -¿Se analiza? -Ahora, no. Pero me analicé durante muchos años. -¿En qué cambió su vida desde que ingresó en la Corte? -Y, cambió mucho Antes, por ejemplo, podía andar muy tranquilita por la calle porque era una desconocida. Ahora es una cosa espantosa: me conocen en todas partes. Me tomo un taxi y el taxista me reconoce, ¿podés creer? -Pero está bueno que un taxista reconozca a una jueza. Antes, nadie les conocía las caras, mucho menos el ciudadano común. ¿Y qué le preguntan los taxistas? -Y, de todo un poco. También me preguntan si yo soy yo. Y a veces, cuando vuelvo de comer con amigos, cansada, después de una maratón aquí adentro, me dan unas ganas de decirle: "No; no soy Argibay; soy la hermana". Mujeres, política y poder -Independientemente de la política partidaria sobre la que, sabemos, no puede opinar, y teniendo en cuenta sólo la cuestión de género: ¿Le gusta la idea de tener una presidenta mujer en el sillón de Rivadavia? O incluso, ¿le gusta la idea de un ballotage entre dos mujeres, Carrió y Cristina Fernández, en un país machista como la Argentina? -A mí sí, claro que me gusta. Porque los muchachos no hicieron las cosas tan bien. Así que ahora sería hora de darle una oportunidad a alguna muchacha. Y creo que es el momento: las mujeres están avanzando por derecho propio. -Pero, las muchachas no nos están haciendo quedar muy bien por estos días, ¿no le parece? Me refiero básicamente a los casos de la ex ministra Miceli y a Picolotti. -Bueno, justamente. Vos decías antes que vivimos en un país machista, y es cierto. Y con esto no digo que ellas no hayan puesto las condiciones para el escándalo, pero si el protagonista hubiera sido un hombre, la noticia se hubiera agotado en dos días. Porque la gente está acostumbrada a que los hombres lo hagan. -¿Qué cosa? -Lo de Picolotti, por ejemplo. Los ministros o secretarios nombran a parientes y a nadie le parece mal. Mirá, en esta Corte hubo una acordada que les permitía a los ministros tener como secretarias a sus propias hijas. Yo jamás nombré a parientes en cargos en los que tuviera decisión. Y no porque vaya a nombrar a un incapaz Como decía Somoza, cuando se defendía de cuestionamientos por haber nombrado a su parentela: "¿Qué culpa tengo yo de que todos mis familiares sean brillantes?" - Muy bueno. La discriminación positiva, que le dicen... -Sí, (se ríe a carcajadas) Entonces, yo no dudo de la capacidad de mis sobrinos. Pero el día que uno de ellos meta la pata, como lo hace cualquier hijo de vecino, ¿voy a actuar igual con mi sobrino que con cualquier otro? No, ¿verdad? Y si alguna vez hay un conflicto entre mi sobrino y otro, ¿voy a poder ser imparcial? Tampoco. Voy a defender a mi familiar y se van a crear situaciones inevitablemente enojosas. Entonces, por eso no hay que nombrarlos, aunque estemos autorizados. -Pero, según usted, en estos casos que hablamos, el "pecado" se conmuta doble porque se trata de mujeres. Y ahora se sumó a la lista de denunciadas Nilda Garré. -Es que la mujer es como una manchita, en una pared blanca. A la pared no la miramos porque ya estamos acostumbrados; lo que nos atrae es la manchita. Entonces, si es una mujer la que mete la pata, arman algo enorme que no hubieran armado con un hombre. Esto es lo que no me gusta, y esto al margen de si ellas hicieron o no hicieron; ese es otro nivel de análisis. L. D. M.

martes, 5 de junio de 2007

COMENTARIO LITERARIO

Jorge Masetti Revela sus Experiencias de Guerrillero en "El Furor y el Delirio"

Jorge Masetti, hijo del revolucionario argentino Jorge Ricardo Masetti, revela sus experiencias guerrilleras y de inteligencia al servicio de Cuba en países tan diversos como su natal Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Italia, México, España y Angola, en la versión en castellano de su libro "El Furor y el Delirio".

El padre del autor, amigo del Che Guevara, fue también el fundador de la agencia oficial de noticias cubana Prensa Latina, y murió en 1964 durante una expedición guerrillera en Salta-Argentina.

Masetti hijo nació en 1955 en Argentina, pero vivió su niñez en Cuba. Luego regresó a Buenos Aires y se vinculó a un grupo de izquierda que pretendía hacer una guerra de "liberación" en ese país suramericano.Sus experiencias de revolucionario se suceden una detrás de otra, y en el libro se mezclan con las memorias de su padre y humanas escenas familiares.

Masetti narra sus trabajos con el jefe del poderoso Departamento América del Partido Comunista de Cuba, comandante Manuel Piñeiro (Barba Roja), quien coordinaba desde La Habana las acciones guerrilleras de decenas de movimientos de izquierda que se entrenaban en Cuba. El mismo Masetti, durante uno de sus regresos a la isla, fue sometido a uno de estos entrenamientos de guerra de guerrillas.

El uso de la embajada cubana en México para el traslado de explosivos de la guerrilla guatemalteca y del dinero robado a una sucursal del banco Wells Fargo en Estados Unidos por el grupo independentista puertorriqueño "Macheteros", así como los planes de Fidel Castro de volar el globo de transmisiones a Cuba de Televisión Martí y el asesinato del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza, no son más que pasajes de una larga trayectoria subversiva.

Ahora la editorial TusQuets ha publicado la edición en español de este libro de 298 páginas, con prólogo de la escritora Elizabeth Burgos. "El Furor y el Delirio" se publicó originalmente en francés con el título de "La Lois de Corsairs", y careció de versión castellana durante varios años, en los que fue conocido por una traducción literal: "Patente de Corso".

La carrera de revolucionario del joven Masetti concluye en Cuba en 1989 con el fusilamiento de su jefe y suegro, el coronel Antonio de la Guardia, padre de su esposa Ileana y hombre conocido por sus acciones en tres continentes como especie de James Bond cubano. De la Guardia fue fusilado junto al general Arnaldo Ochoa y otros dos funcionarios del régimen de Fidel Castro, en un dudoso proceso por supuesto tráfico de drogas."Cuando observo lo que fue mi vida, la de Tony, la de Patricio (general Patricio de la Guardia, hermano de Antonio y condenado a prisión en Cuba) y la de tantos otros, caigo en la cuenta de que la revolución ha sido un pretexto para cometer las peores atrocidades quitándoles todo vestigio de culpabilidad. Nos escudábamos en la meta de la búsqueda de hacer el bien a la humanidad, meta que era una falacia, porque lo que contaba era la belleza estética de la acción. Eramos jóvenes irresponsables, aventureros; éramos una casta aparte, incluso aparte de los revolucionarios que operaban localmente en sus países, militantes que se vieron obligados a adoptar la lucha armada no como un hecho estético, sino obligados por las circunstancias políticas", narra Masetti en las conclusiones de su libro.

Casi al final, expone: "una de nuestras consignas era hacer de la cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde, primero, hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los que se opusieran a nuestro autoritarismo; y soy consciente de que yo hubiera actuado de esa forma".

Más que un libro, "El Furor y el Delirio" parece ser una catarsis: "Si no hubiera sucedido la catástrofe del proceso y su desenlace trágico (el fusilamiento de su suegro), era tal mi confusión mental, que, a pesar de las dudas que me embargaban, es posible que hubiera permanecido en Cuba. Quizás hubiera llegado al suicidio, porque si en 1989 me costó admitir la verdad, reconocer, diez años más tarde, la gran barbarie que ha significado el comunismo cubano, me hubiera desmoronado"."El Furor y el Delirio" se halla ya en las librerías de América Latina, España y Estados Unidos.

domingo, 27 de mayo de 2007

PIEZA PARA COLECCIONAR

Discurso de Nicolás Sarkozy, nuevo Presidente de Francia
Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007.
«El pensamiento único, que es el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no sólo intelectualmente sino también moralmente por encima de los demás, ese pensamiento único había denegado a la política la capacidad para expresar una voluntad. Había condenado la política. Había profetizado su caída imparable frente a los mercados, las multinacionales, los sindicatos, Internet. Se sostenía que en el mundo tal cual es hoy, con sus informaciones que se difunde instantáneamente, sus capitales que se desplazan cada vez más rápido y sus fronteras ampliamente abiertas, la política ya no jugaría más que un papel anecdótico y que ya no podría expresar una voluntad, porque el poder pronto estaría compartido, diluido, disperso en red; porque las fronteras estarían totalmente abiertas y los hombres, los capitales y las mercancías circularían sin obedecer a nadie. Pero la política retorna. Retorna por todas partes en el mundo. La caída del Muro de Berlín pareció anunciar el fin de la Historia y la disolución de la política en el mercado. Dieciocho años después, todo el mundo sabe que la Historia no ha terminado, que siempre es trágica y que la política no puede desaparecer porque los hombres de hoy sienten una necesidad de política, un deseo de política como rara vez se había visto desde el fin de la segunda guerra mundial.
Necesidad de naciónLa necesidad de política tiene por corolario la necesidad de nación. La nación también había sido condenada. Pero aquí está de nuevo, para responder a la necesidad de identidad frente a la mundialización, vivida como una empresa de uniformización y mercantilización del mundo en la que ya no quedaría lugar para la cultura y para los valores del espíritu. Quizá la inquietud es excesiva, pero es bien real y expresa una necesidad de identidad muy fuerte. Por todas partes la he encontrado en esta campaña; en todas partes me han hablado de ella gentes de toda condición. Pero la nación no es sólo la identidad. Es también la capacidad de estar juntos para protegerse y para actuar. Es el sentimiento de que no se está solo para afrontar un futuro angustioso y un mundo amenazante. Es el sentimiento de que, juntos, se es más fuerte, y podremos hacer frente a lo que, solos, no podríamos afrontar.Yo he querido volver a poner la voluntad política y Francia en el corazón del debate político. La voluntad política y la nación están siempre para lo mejor y para lo peor. El pueblo que se moviliza, que se convierte en una fuerza colectiva, es una potencia temible que puede actuar tanto para lo mejor como para lo peor. Hagamos las cosas de manera que sea para lo mejor. Conjuraremos lo peor respetando a los franceses, manteniendo nuestros compromisos, respetando la palabra dada. Conjuraremos lo peor haciendo que la moral retorne a la política.
Contra los herederos de Mayo del 68No me da miedo la palabra "moral". Desde mayo de 1968 no se podía hablar de moral. Era una palabra que había desaparecido del vocabulario político. Hoy, por primera vez en decenios, la moral ha estado en el corazón de la campaña presidencial. Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo. Habían querido hacernos creer que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos alumnos, que no había diferencias de valor y de mérito. Habían querido hacernos creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, y que no puede existir ninguna jerarquía de valores. Habían proclamado que todo está permitido, que la autoridad había terminado, que las buenas maneras habían terminado, que el respeto había terminado, que ya no había nada que fuera grande, nada que fuera sagrado, nada admirable, y tampoco ya ninguna regla, ninguna norma, nada que estuviera prohibido.
Recordad el eslogan de Mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: "Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas". Así la herencia de Mayo del 68 ha liquidado a la escuela de Jules Ferry en la izquierda francesa, que era una escuela de la excelencia, del mérito, del respeto, del civismo; una escuela que quería ayudar a los niños a convertirse en adultos y no a seguir siendo niños grandes, una escuela que quería instruir y no infantilizar, porque había sido construida por grandes republicanos que tenían la convicción de que el ignorante no es libre. Pero la herencia de Mayo del 68 ha liquidado esa escuela que transmitía una cultura común y una moral compartida, cultura y moral gracias a las que todos los franceses podían hablarse, comprenderse, vivir juntos. La herencia de Mayo del 68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del 68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador.
La izquierda hipócritaLos herederos de Mayo del 68 han degradado el nivel moral de la política. Todos esos políticos que reivindican la herencia de Mayo del 68, dan al prójimo lecciones que jamás se aplican a sí mismos, quieren imponer a los demás comportamientos, reglas, sacrificios que jamás se imponen a sí mismos. Proclaman: "Haced lo que yo digo, no hagáis lo que yo hago". Ésa es la izquierda heredera de Mayo del 68, la que está en la política, en los medios de comunicación, en la administración, en la economía. La izquierda que le ha tomado gusto al poder, a los Privilegios. La izquierda que no ama a la nación porque no quiere compartir nada. Que no ama a la República porque no ama la igualdad. Que pretende defender los servicios públicos, pero que jamás veréis en un transporte colectivo. Que ama tanto la escuela pública, que a sus hijos los lleva a colegios privados. Que dice adorar la periferia, pero que se cuida muy mucho de vivir en ella. Que siempre encuentra excusas para los violentos, a condición de que se queden en esos barrios a los que ella, la izquierda, no va jamás. Esa izquierda que hace grandes discursos sobre el interés general, pero que se encierra en el clientelismo y el corporativismo. Que firma peticiones y manifiestos cuando se expulsa a algún "okupa", pero que no aceptaría que se instalaran en su casa. Que dedica su tiempo a hacer moral para los demás, sin ser capaz de aplicársela a sí misma. Esa izquierda, en fin, que entre Jules Ferry y Mayo del 68 ha elegido Mayo del 68, es la que condena a Francia a un inmovilismo cuyas principales víctimas serán los trabajadores, los más modestos, los más pobres.Ésa es la izquierda que desde Mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que ha dejado de hablar a los trabajadores, de sentirse concernida por la suerte de los trabajadores, de amar a los trabajadores; porque el valor trabajo ya no forma parte de sus valores, porque su ideología ya no es la de Jaurès o la de Blum, que respetaban a los trabajadores, sino que ahora la ideología de la izquierda es la del reparto obligatorio del trabajo, la de las 35 horas, la del asistencialismo. La crisis del trabajo es ante todo una crisis moral, y en ella la herencia de Mayo del 68 tiene una enorme responsabilidad. Yo quiero rehabilitar el trabajo, quiero devolver al trabajador el primer lugar en la sociedad.
Liquidar la herencia de Mayo del 68La herencia de Mayo del 68 ha debilitado la autoridad del Estado. Esos herederos de los que en Mayo del 68 gritaban "CRS = SS", toman sistemáticamente partido por los violentos, los alborotadores y los estafadores contra la policía. Lo hemos visto tras los incidentes de la Estación del Norte. En lugar de condenar a los violentos y de apoyar a las fuerzas del orden y su difícil trabajo, no se les ha ocurrido nada mejor que esta frase, que merecería ser inscrita en los anales de la República: "Es inquietante constatar que se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud". Como si los vándalos de la Estación del Norte representaran a toda la juventud francesa. Como si fuera la policía la que estaba actuando mal, y no los violentos. Como si los violentos hubieran destrozado todo y saqueado los comercios para expresar una revuelta contra una injusticia. Como si el hecho de ser jóvenes lo excusara todo. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente siempre inocente. Ésos son los herederos de Mayo del 68, que denigran la identidad nacional, que atizan el odio a la familia, a la sociedad, al Estado, a la nación, a la República.En estas elecciones se trata de saber si la herencia de Mayo del 68 debe ser perpetuada o si puede ser liquidada de una vez por todas. Yo quiero pasar la página de Mayo del 68. Pero tiene que ser más que un gesto. No hay que contentarse con poner banderas en los balcones el 14 de julio y cantar la Marsellesa en vez de la Internacional en los mítines del Partido Socialista. No se puede decir que se desea el orden y tomar sistemáticamente partido contra la policía. No es posible seguir denunciando la "provocación" y el "Estado policial" cada vez que la policía intenta hacer respetar la ley. No se puede decir que uno apuesta por el valor del trabajo y, al mismo tiempo, generalizar las 35 horas, seguir cargándolo con impuestos y estimular la mentalidad del asistido, del que cobra del Estado para no trabajar. No se puede decir que se desea obstaculizar las deslocalizaciones y al mismo tiempo rechazar cualquier experimentación del IVA social, que permite financiar la protección social con las importaciones. No es posible proclamar grandes principios y negarse a inscribirlos en la realidad.
Yo propongo a los franceses romper realmente con el espíritu, con los comportamientos, con las ideas de Mayo del 68, con el cinismo de Mayo del 68. Propongo a los franceses devolver a la política la moral, la autoridad, el trabajo, la nación. Les propongo reconstruir un Estado que haga realmente su trabajo y que, en consecuencia, domine las feudalidades, los corporativismos y los intereses particulares. Les propongo rehacer una República una e indivisible contra todos los comunitarismos y todos los separatismos. Les propongo reedificar una nación que de nuevo esté orgullosa de sí misma.
Ciudadanía de deberesAl poner sistemáticamente los derechos por encima de los deberes, los herederos de Mayo del 68 han debilitado la idea de ciudadanía. Al denigrar la ley, el Estado y la nación, los herederos de Mayo del 68 han favorecido el crecimiento del individualismo. Han incitado a cada cual a no pensar más que en sí mismo y a no sentirse concernido por los problemas del prójimo. Yo creo en la libertad individual, pero quiero compensar el individualismo con el civismo, con una ciudadanía hecha de derechos pero también de deberes. Quiero derechos nuevos, derechos reales y no virtuales. Quiero un derecho real a un techo, al alojamiento. Un derecho real al cuidado de los hijos, a la escolarización de niños con minusvalías, a la dependencia para los mayores. Quiero el derecho a un contrato de formación para los jóvenes de más de 18 años, y a la formación a lo largo de toda la vida. Quiero el derecho a la caución pública para aquellos que no tienen padres, para los que no tienen relaciones, para los enfermos a los que no se les quiere prestar porque se considera que representan un riesgo demasiado elevado. Quiero el derecho a un contrato de transición profesional para los que están en paro.Pero quiero que estos derechos estén equilibrados con los deberes. La ideología de Mayo del 68 habrá muerto cuando la sociedad se atreva a recordar a cada cual sus deberes, cuando en la política francesa se ose proclamar que, en la República, los deberes son la contrapartida de los derechos. Ese día al fin se habrá realizado la gran reforma moral e intelectual que Francia necesita una vez más. Entonces podremos reconstruir sobre cimientos renovados esa República fraternal que es el sueño siempre inacabado, nunca realizado de Francia desde el primer día en que tuvo conciencia de su existencia como nación. Porque Francia no es una raza, no es una etnia, ni sólo un territorio; Francia es un ideal incansablemente perseguido por un gran pueblo que, desde su primer día, cree en la fuerza de las ideas, en su capacidad para transformar el mundo y hacer la felicidad de la humanidad.
Quiero decírselo a los franceses: el pleno empleo, el crecimiento, el aumento del poder adquisitivo, la revalorización del trabajo, la moralización del capitalismo, todo eso es necesario y es posible. Pero eso no son más que medios que deben ser puestos al servicio de una cierta idea del hombre, de un ideal de sociedad donde cada cual pueda encontrar su lugar, donde la dignidad de todos y cada uno sea reconocida y respetada.»
Por: Nicolás Sarkozy