jueves, 30 de diciembre de 2010

UN GALLARDO PARA RECORDAR

UN GALLARDO PARA RECORDAR: JORGE RAFAEL VIDELA
Martes, 21 de diciembre de 2010



Amigos:
Nunca fui adherente del Partido Militar, por distintas circunstancias de modo tiempo y lugar, que no vienen al caso comentar ahora.

Pero hace instantes, cuando escuchaba el alegato del ex Presidente, frente al Sanedrín que lo tiene bajo proceso, experimente una sincera admiración por un octogenario, que con más presencia de ánimo que el "lloriqueante" Bussi, supo defender su postura frente a la posteridad.

Lo hizo con eso, con gallardía, pese a su deteriorado estado de salud y su avanzada edad.

Ratifico una vez más, como lo hizo en el carnaval del juicio a las Juntas, con el coraje que se aguarda de los hombres con testículos, su absoluta responsabilidad, por sobre la de todos sus subordinados, incluyendo va de suyo, a otro Patriota que atentamente lo escuchaba: Luciano Menéndez.

Los "disolventes" de la audiencia, afectos a la mofa corporativa de este gobierno de ácratas, de pronto se vieron obligados a por lo menos guardar silencio.

Porque la verba sencilla y sin ambages de este anciano, no les dejó otra alternativa.

La de hoy, será una suerte de profecía de los acontecimientos disgregatorios por venir.

Recordaremos más de una vez sus palabras, y el porte ascético con que las expresó.

Será a partir de ahora un referente y mucho lamentaremos que la rueda de la vida que inexorablemente se le esta yendo entre sus temblorosas manos, pronto lo transforme en apenas otra leyenda.

Pero si alguna esperanza abriga aun a este cuerpo social desastrado, tal vez en un recóndito lugar de la adormilada conciencia de estos "Generales de Banda" en actividad, las palabras de este viejo Videla, les haga nacer algún gen de decencia, como para que incluso en la inferioridad de condiciones operativas en las que se encuentran nuestras Fuerzas Armadas, les advierta que este Pueblo, que se avizora como cobarde y ausente, todavía guarda cierta admiración por las Instituciones Castrenses.

A pesar de la propaganda subversiva oficial, que ininterrumpidamente desde hace casi treinta años, hizo, hace y hará todo lo indecible para sepultar su existencia, con el concurso auxiliador de los Ríos Ereñú, los Balza, los Bendini y de tantos otros canallas lame pies & besamanos.

Los terroristas de los setenta; esos que todos despreciamos y condenamos en su momento hoy están a sus anchas en el corrompido Poder del Estado.

Vemos que sus postulados de la clandestinidad de entonces, hoy están oficializados.

La anarquía con más la indefinición de la población civil y el desarme de las Fuerzas de Seguridad, era su cenit.

Ya han cumplido sus metas a entera satisfacción.

En el futuro cercano, aparece ahora la figura del cabezón Duhalde, como el remedio y la cura contra la rabia kirchnerista.

Pero eso seria simplificar demasiado el problema.Sólo limitarse a cambiar una cúpula mafiosa por otra de la misma calaña. La Nación requiere de otros jugadores.
Acaso alguien como el Ilustre Orador de hace instantes, que es un Devoto Cristiano y que además vive en la mas digna indigencia.

El tiempo de las palabras, de las Carrió, de los Cobos, de los Macri, de los radicales y de los irreverentes e incorregibles peronistas, debe llegar a su fin. Porque juntos o separados nos han conducido a este abismo existencial, en el que la cultura gay pretende imponerse como regla social.

Todos, absolutamente todos ellos, deben sentarse por vez primera en el banquillo de los acusados para ser ejecutados por sus crímenes aberrantes contra lo que alguna vez fue nuestra Patria.

Mientras nos preparamos para ello, no olvidemos ni por un instante que existe UN GALLARDO PARA RECORDAR: JORGE RAFAEL VIDELA.-
____________________________________________________________

Como me llego lo trasmito

martes, 14 de diciembre de 2010

NO HAY MEMORIA SIN HISTORIA

NO HAY MEMORIA SIN HISTORIA

JORGE AVILA



En noviembre pasado, Tzvetan Todorov visitó nuestro país. Invitado probablemente por el gobierno o por grupos oficialistas, visitó la Escuela de Mecánica de la Armada y debió leer el catálogo institucional del Parque de la Memoria.

El catálogo señala que "Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia".

De regreso en Europa, Todorov publicó sus reflexiones sobre la visita a nuestro país en la edición de ayer del diario español El País. En su edición del día de la fecha, el diario Ambito Financiero publica una versión resumida del artículo de El País. En síntesis, Todorov opina que sin conocimiento histórico no puede haber memoria ni verdad, y que sin verdad no puede haber justicia. Jorge Asís también se refirió al tema ayer.

Reproduzco a continuación un extracto del extracto de Ambito Financiero.

Tzvetan Todorov es uno de los críticos literarios más importantes del mundo; aportó con obras sustanciales a la semiología y a la crítica que se enseñan y discuten en las universidades de Europa y América. Es un búlgaro que completó su formación junto a Roland Barhes en Francia y es un emblemático de la academia contemporánea. Nadie puede decir de él que tenga un pensamiento de derecha; por el contrario, es un crítico de los totalitarismos de todos los orígenes, como lo demuestra en su último libro, «La experiencia totalitaria» (2010) en el cual describe las atrocidades del nazismo pero también del estalinismo. El mes pasado estuvo en la Argentina para dar un par de conferencias y el Gobierno lo paseó por los santuarios de la memoria de las víctimas de la represión clandestina de las guerrillas, incluyendo la oprobiosa ESMA. En una nota que publicó ayer el diario El País cuenta su experiencia y señala las ausencias en el debate público sobre los años 70, como por ejemplo las atrocidades cometidas también por las bandas terroristas. Llega a decir que en los mismos años en Camboya, activistas del mismo signo y modalidad tomaron el poder y provocaron la muerte del 25% de la población. Interesan las reflexiones de Todorov por la valentía y la profundidad con que reclama que no sólo haya memoria sino también historia. Damos los párrafos principales de esta nota de Todorov:

En el catálogo institucional del Parque de la Memoria, publicado hace algunos meses, se puede leer: «Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia». Pese a la emoción experimentada ante las huellas de la violencia pasada, no consigo suscribir esta afirmación.

En ninguno de los dos lugares que visité vi el menor signo que remitiese al contexto en el cual, en 1976, se instauró la dictadura, ni a lo que la precedió y la siguió. Ahora bien, como todos sabemos, el período 1973-1976 fue el de las tensiones extremas que condujeron al país al borde de la guerra civil. Los Montoneros y otros grupos de extrema izquierda organizaban asesinatos de personalidades políticas y militares, que a veces incluían a toda su familia, tomaban rehenes con el fin de obtener un rescate, volaban edificios públicos y atracaban bancos. Tras la instauración de la dictadura, obedeciendo a sus dirigentes, a menudo refugiados en el extranjero, esos mismos grupúsculos pasaron a la clandestinidad y continuaron la lucha armada. Tampoco se puede silenciar la ideología que inspiraba a esta guerrilla de extrema izquierda y al régimen que tanto anhelaba.

Como fue vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria. Pero, a título de comparación, podemos recordar que, más o menos en el mismo momento (entre 1975 y 1979), una guerrilla de extrema izquierda se hizo con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país. Las víctimas de la represión del terrorismo de Estado en la Argentina, demasiado numerosas, representan el 0,01% de la población.

Claro está que no se puede asimilar a las víctimas reales con las víctimas potenciales. Tampoco estoy sugiriendo que la violencia de la guerrilla sea equiparable a la de la dictadura. No sólo las cifras son, una vez más, desproporcionadas, sino que además los crímenes de la dictadura son particularmente graves por el hecho de ser promovidos por el aparato del Estado, garante teórico de la legalidad. No sólo destruyen las vidas de los individuos, sino las mismas bases de la vida común. Sin embargo, no deja de ser cierto que un terrorismo revolucionario precedió y convivió al principio con el terrorismo de Estado, y que no se puede comprender el uno sin el otro.

En su introducción, el catálogo del Parque de la Memoria define así la ambición de este lugar: «Sólo de esta manera se puede realmente entender la tragedia de hombres y mujeres y el papel que cada uno tuvo en la historia». Pero no se puede comprender el destino de esas personas sin saber por qué ideal combatían ni de qué medios se servían. El visitante ignora todo lo relativo a su vida anterior a la detención: han sido reducidas al papel de víctimas meramente pasivas que nunca tuvieron voluntad propia ni llevaron a cabo ningún acto. Se nos ofrece la oportunidad de compararlas, no de comprenderlas. Sin embargo, su tragedia va más allá de la derrota y la muerte: luchaban en nombre de una ideología que, si hubiera salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos. En todo caso, en su mayoría, eran combatientes que sabían que asumían ciertos riesgos.

La manera de presentar el pasado en estos lugares seguramente ilustra la memoria de uno de los actores del drama, el grupo de los reprimidos; pero no se puede decir que defienda eficazmente la Verdad, ya que omite parcelas enteras de la Historia. En cuanto a la Justicia, si entendemos por tal un juicio que no se limita a los tribunales, sino que atañe a nuestras vidas, sigue siendo imperfecta: el juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias. En este caso, la represión ejercida por la dictadura se nos presenta aislada del resto.

La cuestión que me preocupa no tiene que ver con la evaluación de las dos ideologías que se enfrentaron y siguen teniendo sus partidarios; es la de la comprensión histórica. Pues una sociedad necesita conocer la historia, no solamente tener memoria.

La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política.

Por su parte, la historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos. (…) ¿Cómo podría verse coronado por el éxito el llamamiento al «¡Nunca más!»? Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas.

Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él. No hay que olvidar que la inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos en nombre del bien, la justicia y la felicidad para todos.

Las causas nobles no disculpan los actos innobles. (…)







En noviembre pasado, Tzvetan Todorov visitó nuestro país. Invitado probablemente por el gobierno o por grupos oficialistas, visitó la Escuela de Mecánica de la Armada y debió leer el catálogo institucional del Parque de la Memoria. El catálogo señala que "Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia". De regreso en Europa, Todorov publicó sus reflexiones sobre la visita a nuestro país en la edición de ayer del diario español El País. En su edición del día de la fecha, el diario Ambito Financiero publica una versión resumida del artículo de El País. En síntesis, Todorov opina que sin conocimiento histórico no puede haber memoria ni verdad, y que sin verdad no puede haber justicia. Jorge Asís también se refirió al tema ayer. Reproduzco a continuación un extracto del extracto de Ambito Financiero.

Tzvetan Todorov es uno de los críticos literarios más importantes del mundo; aportó con obras sustanciales a la semiología y a la crítica que se enseñan y discuten en las universidades de Europa y América. Es un búlgaro que completó su formación junto a Roland Barhes en Francia y es un emblemático de la academia contemporánea. Nadie puede decir de él que tenga un pensamiento de derecha; por el contrario, es un crítico de los totalitarismos de todos los orígenes, como lo demuestra en su último libro, «La experiencia totalitaria» (2010) en el cual describe las atrocidades del nazismo pero también del estalinismo. El mes pasado estuvo en la Argentina para dar un par de conferencias y el Gobierno lo paseó por los santuarios de la memoria de las víctimas de la represión clandestina de las guerrillas, incluyendo la oprobiosa ESMA. En una nota que publicó ayer el diario El País cuenta su experiencia y señala las ausencias en el debate público sobre los años 70, como por ejemplo las atrocidades cometidas también por las bandas terroristas. Llega a decir que en los mismos años en Camboya, activistas del mismo signo y modalidad tomaron el poder y provocaron la muerte del 25% de la población. Interesan las reflexiones de Todorov por la valentía y la profundidad con que reclama que no sólo haya memoria sino también historia. Damos los párrafos principales de esta nota de Todorov:

En el catálogo institucional del Parque de la Memoria, publicado hace algunos meses, se puede leer: «Indudablemente, hoy la Argentina es un país ejemplar en relación con la búsqueda de la Memoria, Verdad y Justicia». Pese a la emoción experimentada ante las huellas de la violencia pasada, no consigo suscribir esta afirmación.

En ninguno de los dos lugares que visité vi el menor signo que remitiese al contexto en el cual, en 1976, se instauró la dictadura, ni a lo que la precedió y la siguió. Ahora bien, como todos sabemos, el período 1973-1976 fue el de las tensiones extremas que condujeron al país al borde de la guerra civil. Los Montoneros y otros grupos de extrema izquierda organizaban asesinatos de personalidades políticas y militares, que a veces incluían a toda su familia, tomaban rehenes con el fin de obtener un rescate, volaban edificios públicos y atracaban bancos. Tras la instauración de la dictadura, obedeciendo a sus dirigentes, a menudo refugiados en el extranjero, esos mismos grupúsculos pasaron a la clandestinidad y continuaron la lucha armada. Tampoco se puede silenciar la ideología que inspiraba a esta guerrilla de extrema izquierda y al régimen que tanto anhelaba.

Como fue vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria. Pero, a título de comparación, podemos recordar que, más o menos en el mismo momento (entre 1975 y 1979), una guerrilla de extrema izquierda se hizo con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país. Las víctimas de la represión del terrorismo de Estado en la Argentina, demasiado numerosas, representan el 0,01% de la población.

Claro está que no se puede asimilar a las víctimas reales con las víctimas potenciales. Tampoco estoy sugiriendo que la violencia de la guerrilla sea equiparable a la de la dictadura. No sólo las cifras son, una vez más, desproporcionadas, sino que además los crímenes de la dictadura son particularmente graves por el hecho de ser promovidos por el aparato del Estado, garante teórico de la legalidad. No sólo destruyen las vidas de los individuos, sino las mismas bases de la vida común. Sin embargo, no deja de ser cierto que un terrorismo revolucionario precedió y convivió al principio con el terrorismo de Estado, y que no se puede comprender el uno sin el otro.

En su introducción, el catálogo del Parque de la Memoria define así la ambición de este lugar: «Sólo de esta manera se puede realmente entender la tragedia de hombres y mujeres y el papel que cada uno tuvo en la historia». Pero no se puede comprender el destino de esas personas sin saber por qué ideal combatían ni de qué medios se servían. El visitante ignora todo lo relativo a su vida anterior a la detención: han sido reducidas al papel de víctimas meramente pasivas que nunca tuvieron voluntad propia ni llevaron a cabo ningún acto. Se nos ofrece la oportunidad de compararlas, no de comprenderlas. Sin embargo, su tragedia va más allá de la derrota y la muerte: luchaban en nombre de una ideología que, si hubiera salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos. En todo caso, en su mayoría, eran combatientes que sabían que asumían ciertos riesgos.

La manera de presentar el pasado en estos lugares seguramente ilustra la memoria de uno de los actores del drama, el grupo de los reprimidos; pero no se puede decir que defienda eficazmente la Verdad, ya que omite parcelas enteras de la Historia. En cuanto a la Justicia, si entendemos por tal un juicio que no se limita a los tribunales, sino que atañe a nuestras vidas, sigue siendo imperfecta: el juicio equitativo es aquel que tiene en cuenta el contexto en el que se produce un acontecimiento, sus antecedentes y sus consecuencias. En este caso, la represión ejercida por la dictadura se nos presenta aislada del resto.

La cuestión que me preocupa no tiene que ver con la evaluación de las dos ideologías que se enfrentaron y siguen teniendo sus partidarios; es la de la comprensión histórica. Pues una sociedad necesita conocer la historia, no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. Por su parte, la historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos. (…) ¿Cómo podría verse coronado por el éxito el llamamiento al «¡Nunca más!»? Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas. Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él. No hay que olvidar que la inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos en nombre del bien, la justicia y la felicidad para todos. Las causas nobles no disculpan los actos innobles. (…)

viernes, 26 de noviembre de 2010

LA MUERTE DE KIRCHNER

A Kirchner lo mató el miedo (y Moyano le dio el tiro de gracia)


Por Enrique Arenz para el Informador Público.

Las personalidades como Néstor Kirchner no se enferman por la acción, las peleas, las intrigas, las crispaciones cotidianas y la hiperactividad. Al contrario, disfrutan cuando humillan y someten a los demás, aplastan a sus enemigos y consiguen sus objetivos. Lo que los enferma es el fracaso, la caída, la derrota inesperada, la debilidad del poder, el morder el polvo una y otra vez.

Mientras Néstor Kirchner logró materializar sus ambiciones, someter a la incondicionalidad a sus adláteres y atropellar con éxito a sus adversarios y enemigos, vendió salud, fue feliz y se notaba que disfrutaba de su posición dominante.

Obligó al comandante del Ejercito a descolgar un cuadro, echó al obispo castrense sin consultar al Papa, mandó a encarcelar a cientos de oficiales sin derecho al arresto domiciliario por edad avanzada o enfermedad, aumentó una y otra vez las jubilaciones mínimas mientras postergaba arbitraria e injustamente las escalas superiores, sometió a gobernadores e intendentes, transformó en poderosas empresarias a las madres de Plaza de Mayo y entregó las calles a piqueteros y movimientos sociales subvencionados con dinero público. Pero por sobre todo supo multiplicar milagrosamente su propia fortuna personal.

Todo le salía bien. Hasta el extremo de idear una manera de burlar la Constitución poniendo a su esposa como sucesora para poder ocupar varios turnos presidenciales mediante esa alternancia artificial. No tuvo escrúpulos al ordenar la adulteración de las estadísticas del INDEC, no tuvo freno al meter la mano en las reservas del Banco Central, ni al manotear los recursos de la Anses ni al provocar una inflación que empobrece día a día a los pobres y arrastra a muchos a la indigencia. Hizo lo que se le dio la gana.

Pero un día las cosas comenzaron a salirle mal.

El primer aviso fue aquella inesperada manifestación masiva convocada por Juan Carlos Blumberg contra la inseguridad de la que ni él ni su esposa jamás se preocuparon. Después vino la valiente resistencia de los ruralistas contra el intento de aumentar abusivamente las retenciones, los cacerolazos en los centros urbanos, el rechazo popular al discurso enervante que planteaba el conflicto permanente y se negaba al diálogo negociador, y, finalmente, el demoledor voto no positivo del vicepresidente Cobos, una verdadera catástrofe.

Y a partir de ese traspié, una catarata de fiascos y frustraciones: el enfrentamiento con la Iglesia, que le costó el alejamiento de vastos sectores católicos; el conflicto con Uruguay, que terminó con una sentencia internacional contraria a la Argentina; la derrota electoral de 2008 con el oprobio de las listas testimoniales; la valija venezolana, las denuncias de Graciela Ocaña sobre la mafia de los medicamentos (mafia tolerada por el gobierno, por eso se tuvo que ir la ministra), la guerra contra el periodismo independiente que publicaba tapas, investigaciones, denuncias y opiniones que disgustaban al matrimonio, guerra que epilogó con el papelón increíble de la falsa denuncia contra la empresa Papel Prensa, y por último, la frustrada arremetida contra la Justicia “delivery”, los jueces “cautelares” y la Corte Suprema de Justicia (que había sido nombrada “para otra cosa”, según reconoció el Secretario Legal y Técnico de la presidencia), Corte Suprema cuyos dignos y probos ministros, a pesar de los insultos, las presiones y las amenazas, fallaron como tenían que fallar en tres causas fundamentales (tres puñaladas para el corazón sensible de Néstor): la extradición del terrorista chileno Apablaza, la reposición del procurador echado por Kirchner en Santa Cruz y la confirmación de la suspensión del artículo de “desinversión” de la Ley de Medios (hecho a medida para fulminar a Clarín).

A todo esto, las encuestas alambicadas de los analistas más complacientes le daban una caída libre en la intención de voto de la gente, le advertían la virtual imposibilidad de llegar al 40% en la primera vuelta en un proceso considerado irreversible, y por lo tanto la imposibilidad de la reelección de Cristina o la elección de Néstor en el 2011.

Scioli, oportunista y ventajero (pero no cobarde), lo culpó solapadamente de la inseguridad en la provincia haciendo trascender que tenía las manos atadas. “¿Quién le ata las manos, gobernador?”, bramó Kirchner fuera de sí en una tribuna mirándolo a Scioli con la cara contraída por el descontrol y la furia. Y esa afrenta le permitió al “sangre de horchata” dar señales de vaporosa independencia, poner condiciones a su asistencia al último acto en Santa Cruz y hasta admitir públicamente que podría ser candidato a presidente.

Varios intendentes se soliviantaron y algunos gobernadores se atrevieron a hablar “del futuro del Justicialismo” nada menos que con Duhalde.

Ahí Kirchner tuvo su anteúltimo episodio vascular.

Se produjo el asesinato del joven militante del PO, y cuando el gobierno intentó tirarle el muerto a Duhalde apareció en los odiados diarios la foto del presunto asesino abrazado con los ministros Boudou y Sileone, en una peña exclusiva y rigurosamente kirchnerista.

Pero mientras estas atroces derrotas se producían y debilitaban su menguante poder, los jueces federales movían parsimoniosamente los expedientes de incontables denuncias de corrupción que acorralan a los más cercanos colaboradores de los Kirchner.

Néstor sabía que cuando ya no estuviera en el poder tendría que afrontar serias consecuencias penales. No sólo él, también su esposa y posiblemente su hijo, que es el administrador de la fortuna familiar y como tal debe de saber mucho sobre el arte de comprar terrenos fiscales baratos y venderlos caros.

El horizonte se le puso muy negro, no tenía escapatoria. Por eso fantaseó con presentarse como candidato a gobernador por Santa Cruz, y dicen (esto no está probado aún) que había comenzado a urdir como última escapatoria un pacto de impunidad con Scioli a cambio de designarlo su heredero.

Cuando el ex presidente llegó a Calafate, ya se estaba muriendo. Su poder sin límites, sus proyectos hegemónicos, su “revolución” social, su “modelo” económico de acumulación y "distribución del ingreso", su capitalismo de amigos disfrazado de Justicia Social, todo, absolutamente todo, se estaba derrumbando.

Hasta la composición del Concejo de la Magistratura, que utilizó como amenaza contra algunos jueces vulnerables, cambiaría próximamente dejándolo sin el temible poder de veto.

Ya estaba muriendo, pero le faltaba el tiro de gracia.

Y se lo dio Moyano. El día anterior a su fallecimiento el camionero, exaltado porque también se sabe en peligro, habló con Kirchner por lo menos tres veces y le recriminó en duros términos haberle vaciado la reunión del Consejo Justicialista de la Provincia, a la que pegaron el faltazo los principales dirigentes aparentemente por orden de Kirchner. Claro, Kirchner también comprobó que Moyano era otro de sus terribles fracasos e intentaba esmerilarlo antes de que levantara demasiado vuelo. Pero ya era tarde.

Los que le cargaron a Moyano este sambenito (que le va a resultar difícil quitarse) aseguran que la discusión fue feroz: Moyano lo amenazó, le recordó que él era el dueño de la calle y que ya estaba harto de soportar sus maniobras arteras y su autoritarismo. A la mañana siguiente Kirchner estaba muerto.

No murió por patriota ni por ser un gladiador que dio su vida por sus ideales en beneficio del pueblo argentino. No fue un mártir, que prefirió la muerte antes que renunciar a sus convicciones, aunque mucha gente, en el marco de la necrofilia argentina, hoy así lo crea. Fue un ambicioso desmesurado de poder y de dinero, un político sin escrúpulos, sin ética, sin remordimientos, que usó la política y el poder en su propio beneficio. Y como suele ocurrir con todas las personas como él, que además están solas y aisladas porque desconfían hasta de sus sombras y no aceptan consejos ni opiniones que contradigan sus caprichos y sus locuras, un día la torre que edificó se le empezó a venir abajo.

Cuando Néstor tuvo la certeza de que el piso se le abría bajo sus pies y los de su familia, su corazón no lo soportó.

En síntesis: a Kirchner lo enfermó la seguidilla de fracasos sin retorno, y lo mató el miedo a las consecuencias penales que lo estaban acechando. Y fue Hugo Moyano quien tuvo el dudoso honor de darle el tiro de gracia.

miércoles, 5 de mayo de 2010

PATRIA TILINGA

¿Por qué llegamos a este punto tan degradante?
Roberto Cachanosky

En estos días no solo se ve una economía que está en serios problemas inflacionarios, sino que, además, se han acumulado una serie de problemas que tendrá un elevado de costo para la gente cuando haya que salir de ellos. No será fácil eliminar la montaña de subsidios al transporte y la energía, entre otros. Tampoco será sencillo bajar un gasto público que ha llegado a niveles récord o encarar una reforma tributaria que desestimule la informalidad y elimine los impuestos distorsivos. Volver a tener una moneda en el verdadero sentido de la palabra, inversiones eficientes y competitivas, bajar la pobreza y la indigencia son tareas posibles pero que requieren de una sociedad que esté dispuesta a aceptar nuevas reglas de juego.

Por el lado político vemos a un matrimonio que hoy se siente víctima de las críticas de la prensa, pero que no ha escatimado actitudes y discursos agresivos y descalificadores para quienes piensan diferente. Basta con recordar la famosa frase de la protesta de las cuatro por cuatro, las denuncias de Kirchner diciendo que había grupos de tarea, las acusaciones de incendiar los campos para que el humo viniera a la ciudad, etc.

Hoy vemos que la violencia verbal, particularmente desde el sector oficialista, crece hasta niveles que están orillando el riesgo de violencia física. Las parodias de juicio que hace Hebe de Bonafini con el beneplácito del gobierno. Los escraches y ataques físicos en la feria del libro de patotas adictas al gobierno y los escandalosos casos de corrupción que se desmienten sin que se les mueva un pelo, son algunos de los tantos ejemplos que podrían citarse para describir un país con crecientes problemas económicos, desborde de violencia e inmoralidad pública.

La pregunta es, ¿por qué llegamos hasta este punto tan denigrante para la Argentina? Obviamente que sería disparatado dar una explicación única a semejante bochorno. Explicar nuestra decadencia económica no es tan complicado. Es bastante obvio que desde la década del 30 y particularmente desde los 40, Argentina se abrazó a un modelo de aislamiento económico, la cultura de la dádiva derivó en constantes aumentos de gasto público porque el Estado tenía que cumplir con la justicia social y ello implicaba gastar más. Como los recursos genuinos nunca alcanzaron nos endeudamos y produjimos inflación para repartir la riqueza que no existía. Al destruirse la moneda se destruyó el crédito. Se rompieron todos los contratos y se destruyó el derecho de propiedad. En apretada síntesis, todos se sintieron con derecho a reclamarle al Estado que les diera algo que no les pertenecía. Los sindicatos beneficios especiales, los otros planes sociales y buena parte de la dirigencia empresaria argentina proteccionismo, subsidios y demás privilegios. Todos quieren apropiarse del ingreso o del patrimonio del otro. Muchos se sienten con derecho a consumir el ingreso que produjeron otros. La mayoría quiere usar al Estado como mecanismo de expoliación de los demás. Aunque nos duela aceptarlo, vivimos en una sociedad de saqueadores. En este contexto, el ahorro argentino se fugó al exterior, abajo del colchón o en las cajas de seguridad. El ahorro de la gente no se traduce en crédito, y sin crédito se vive al día. Por eso somos cada vez más pobres.

Ahora bien, para ser políticamente incorrecto, toda esta debacle económica no es otra cosa que el comportamiento perverso de una sociedad que, con cierto grado de hipocresía, aplaude los planes sociales pero no quiere pagar los impuestos que tiene que pagar para financiar esos planes sociales. Y la excusa es siempre la misma: “que paguen los que más tienen”. Todos son socialistas con la plata ajena. La mayoría protesta contra las empresas cuando les venden un producto de mala calidad y a precios siderales, pero esa misma mayoría despotrica contra la apertura de la economía con el falso argumento de la defensa de los puestos de trabajo. En definitiva, es una sociedad que quiere vivir como capitalista con las reglas del socialismo. Pretende tener bienes de excelencia y a precios bajos sin competencia empresarial.

Obviamente que lo dicho en los párrafos anteriores da para el debate, pero mi tesis central es que Argentina es un país decadente porque tiene una sociedad que se enamora de los gobiernos más inconsistentes y luego, cuando surgen los destrozos del populismo que la sociedad aceptó y festejó, tiene el mayor de los desprecios por esos mismos que adoraba al inicio.

El caso de los Kirchner es igual al de otros gobiernos que han pasado por la gloria y luego el rechazo popular. La diferencia con los Kirchner es que han superado todos los límites de la intolerancia y la prepotencia. Pero, nuevamente, ¿por qué hemos llegado hoy al punto en que los escraches, los juicios populares en la plaza, los aprietes, el miedo de la gente a ser escuchada y demás barbaridades son moneda corriente? Porque así como en hoy el matrimonio tiene una imagen negativa que no baja del 60% en el mejor escenario, cometiendo el mismo tipo de atropellos llegó a tener igual porcentaje de imagen positiva. Dicho crudamente, mientras la economía funcionaba más o menos bien en forma artificial, la mayoría miraba para el costado. Cuando el famoso modelo “diferente” que Cristina dice que inventaron ella y su marido comenzó a hacer agua como era previsible, tuvieron un aluvión de votos en contra. Pero lamentablemente la reacción fue tarde, porque hoy el matrimonio sabe que no tiene escasas chances de ser reelectos en el 2011 y, en consecuencia, parece dispuesto a destruir todo lo que pueda antes de irse del gobierno. Si hoy tenemos escraches en la feria del libro, juicios populares, empresarios con miedo a hablar en público y funcionarios públicos que se ríen en la cara de la gente ante los escándalos de corrupción es porque, nos guste o no, esta sociedad le toleró lo que nunca debería haberle tolerado al matrimonio, esto es: usar el monopolio de la fuerza del Estado para distribuir riquezas y patrimonios a su antojo. Usar ese monopolio de la fuerza para violentar los derechos individuales. Esta sociedad le toleró al matrimonio que le quitara el fruto de su trabajo vía una presión impositiva salvaje para financiar a gente como Bonafini, D’Elía, Moreno, etc. que no hacen otra cosa que actuar como fuerza de choque del oficialismo. La sociedad toleró que con el fruto de su trabajo se financiara las fuerzas de choque que iban a avasallar los derechos de ella misma. Y, encima, si uno dijera que se niega a seguir pagando impuestos para financiar a Bonafini o D’Elía es acusado de instigar la rebelión fiscal. Es decir, hemos llegado al absurdo de tener que trabajar para quienes nos esquilman, nos atropellan y, además, pretenden silenciar las voces que no quieren someterse a semejante atropello.

Lo que han hecho los Kirchner fue aprovechar al máximo ese enamoramiento inicial de una sociedad tilinga que, como decía antes, quiere vivir con los beneficios del capitalismo aplicando las reglas del socialismo. Y cuando esa sociedad tilinga se da cuenta que el sistema no funciona, ya es tarde. Los daños están hechos. Las oportunidades se perdieron y la decadencia asoma en todo su esplendor.

En vez de lamentarse por los pobres, hay que usar el cerebro y entender que la pobreza se la combate con inversiones que tengan que competir. Y esas inversiones solo se producen en países que tienen reglas de juego claras, estables, disciplina monetaria y fiscal, pero, sobre todo, un gobierno limitado. ¿Acaso nadie veía que el famoso modelo “diferente” iba a terminar en inflación y más pobreza? ¡Qué tanto escándalo ahora por la pobreza si fue la misma sociedad la que toleró políticas que conducían a más pobreza e indigencia! Ni siquiera puede argumentarse que nadie sabía en qué iba a terminar este modelo porque ya lo aplicamos infinidad de veces en el pasado con el mismo e inevitable resultado desastroso. ¿Qué tiene de nuevo o diferente emitir, aumentar el gasto público, controlar los precios, atrasar las tarifas de los servicios públicos, aumentar los impuestos y cerrar la economía? Nada. Es la historia de la Argentina decadente. Por lo tanto no vale la excusa de decir, yo no creí que iba a pasar esto. Ni siquiera había que ser economista para conocer el final de la película. Solo tener un poco de memoria.

En definitiva, a la pregunta que lleva por título esta nota, la respuesta que se me ocurre ensayar es que los Kirchner solamente aprovecharon, sin ningún tipo de escrúpulos, el comportamiento de una sociedad tilinga que hace rato dejó de lado la moral de una sociedad libre, con iniciativa propia y capacidad de innovación, y permanentemente está buscando al iluminado salvador que le prometa el paraíso económico sin ningún tipo de esfuerzo, sin competencia y sin la cultura del trabajo y el riesgo del emprendedor.

Dejemos de echarle la culpa a la dirigencia política, porque ella, en definitiva, es el reflejo del voto de la gente, y empecemos a cuestionarnos seriamente si no hemos llegado a este punto tan denigrante para un país por querer, una y otra vez, que populistas con aspiraciones de tiranos nos salven del la cultura del trabajo, de crear riqueza en libertad y de vivir de nuestro propio esfuerzo en vez de vivir a costa del vecino usando al Estado para que lo saquee. © www.economiaparatodos.com.ar

viernes, 23 de abril de 2010

LICEO MILITAR GRL BELGRANO

Los pibes quieren un colegio que les enseñe a ser soldados, no como en el Colegio Nacional Buenos Aires que les enseñen a ser trolos


Carta a la Sra. Ministra de Defensa


ES PARA LEER Y MEDITAR, LOS CADETES DEL LICEO MILITAR GENERAL BELGRANO NOS DAN UN EJEMPLO..... .



QUIENES ESTAMOS EN CONTRA DE LAS REFORMAS DE LOS LICEOS MILITARES Y QUIENES TUVIMOS EL HONOR DE HABER PASADO POR SUS AULAS:

Señora Ministra de Defensa de la Nación Argentina
Nilda Garré

Los que suscriben, cadetes de 3er. Año (15 años de edad) del Liceo Militar nos dirigimos a usted, con el mayor de los respetos, para manifestarle nuestro profundo dolor por las reformas realizadas con respecto a los Liceos Militares, teniendo en cuenta que en esta Institución, nos enseñan valores y virtudes que en otros Colegios lamentablemente ya olvidaron y se ha perdido en todos los aspectos. Muestra de ello son los titulares que leemos a diario: agresiones a docentes, a compañeros etc.

Históricamente, los Liceos Militares han sido y son formadores de civiles, profesionales, líderes por excelencia y hombres de bien, bajo la tutela de la disciplina militar, y no secundarios "militarizados" como muchos señalan equivocadamente.

Así como cada padre ,pero sobretodo, cada joven adolescente tiene la posibilidad de elegir un colegio religioso o no, entre otros, nosotros elegimos un Liceo Militar, por ende un colegio que brinde enseñanza militar con sus pro y sus contras, y lo aceptamos tal cual es porque nosotros lo elegimos.

El primer día nos encontramos algunos, apenas sin conocernos, y empezamos a compartir prácticamente la vida, deseos tales como, llegar a portar un sable couteaux, practicar tiro y egresar como subtenientes de reserva ya que hoy en día no somos simples compañeros, somos camaradas, compañeros para todo la vida, hermanos que forman una gran familia, y tristemente nuestra meta se ve truncada. Es más, hoy en día nos preguntamos si mañana vamos a poder compartir otros días juntos o si precipitadamente tendremos que tomar caminos diferentes, desmoronándose todos nuestros objetivos con una infinita desilusión.

A pesar del gran esfuerzo de nuestros padres, que buscaron al enviarnos al Liceo que tengamos la mejor educación posible y la que nosotros deseemos. Una educación que cual incluya el respeto por nuestra queridísima patria por la cual muchos héroes perdieron lo más preciado: la vida y a la que hay que seguir llenándola de riqueza.

Siendo simplemente adolescentes somos conscientes de las condiciones de la vida, también así somos conscientes de que para nosotros nuestro querido Instituto es la mejor herramienta que tenemos para triunfar y cumplir con nuestras expectativa.

Las naciones potencias del mundo, no solo preservan sus Liceos Militares; como Institutos formadores de adolescentes que empiezan a los 11 años como lo es el de USA, si no que los fomentan año a año. E igual ejemplo siguen los Ejércitos de Chile, Brasil, Venezuela.

Con respecto a la utilización de armamentos, existen riesgos al igual que otras actividades que se realizan en colegios oficiales pero contamos con profesionales altamente capacitados que tienen como principio fundamental nuestro bienestar, ante todas las cosas.

Aprendimos en este Instituto que vivimos en Democracia, sinónimo de Libertad, lo cual significa poder elegir. En este caso nuestro derecho no afecta a nadie más, queremos poder elegir ir o no a una escuela que supera la media en nivel académico, que brinda disciplina y espíritu de equipo, donde como en la vida misma, existen premios y castigos y no es fácil permanecer porque busca la excelencia.

Nos enseñan también a cumplir con la palabra, y con esta actitud el ex presidente Kirchner, hoy Diputado Nacional, estaría avalando una reforma que en el año 2006 prometió en los medios que no lo haría.

Tampoco podemos vivir con rencores, de lo que ocurrió en el pasado, y tomamos como ejemplo al actual presidente Uruguayo que en su discurso afirmo: "No somos aficionados a vivir de la nostalgia ni de páginas amarillas, todos los días amanece, la vida comienza. Siempre estamos comenzando, la vida se vive con coraje y hacia adelante", afirmó Mujica el presidente uruguayo, dirigió su primer discurso frente a las Fuerzas Armadas y afirmó que carga una "mochila", en alusión a su antigua etapa de guerrillero y a los trece años que pasó en prisión, pero que no pretende saldar cuentas del pasado desde el poder. "Cada cual tendrá que cargar con su mochila, pero las mochilas no son ejercicio de saldar cuentas cuando hay que construir, por eso hoy esto es muy simbólico, tremendamente simbólico", Acción para imitar.

Estamos convencidos que lo que se quiere destruir es lo que hemos construido a lo largo de los años: este espíritu de equipo, de solidaridad, que nos lleva a contactarnos desde donde estemos cuando alguno de nosotros lo necesita.

Esperando contar con su respuesta y el apoyo para no implementació n de estas reformas, saludamos a Ud. cordialmente.

CADETES DEL LICEO MILITAR GENERAL BELGRANO

LICEO MILITAR GRL BELGRANO

Los pibes quieren un colegio que les enseñe a ser soldados, no como en el Colegio Nacional Buenos Aires que les enseñen a ser trolos


Carta a la Sra. Ministra de Defensa


ES PARA LEER Y MEDITAR, LOS CADETES DEL LICEO MILITAR GENERAL BELGRANO NOS DAN UN EJEMPLO..... .



QUIENES ESTAMOS EN CONTRA DE LAS REFORMAS DE LOS LICEOS MILITARES Y QUIENES TUVIMOS EL HONOR DE HABER PASADO POR SUS AULAS:

Señora Ministra de Defensa de la Nación Argentina
Nilda Garré

Los que suscriben, cadetes de 3er. Año (15 años de edad) del Liceo Militar nos dirigimos a usted, con el mayor de los respetos, para manifestarle nuestro profundo dolor por las reformas realizadas con respecto a los Liceos Militares, teniendo en cuenta que en esta Institución, nos enseñan valores y virtudes que en otros Colegios lamentablemente ya olvidaron y se ha perdido en todos los aspectos. Muestra de ello son los titulares que leemos a diario: agresiones a docentes, a compañeros etc.

Históricamente, los Liceos Militares han sido y son formadores de civiles, profesionales, líderes por excelencia y hombres de bien, bajo la tutela de la disciplina militar, y no secundarios "militarizados" como muchos señalan equivocadamente.

Así como cada padre ,pero sobretodo, cada joven adolescente tiene la posibilidad de elegir un colegio religioso o no, entre otros, nosotros elegimos un Liceo Militar, por ende un colegio que brinde enseñanza militar con sus pro y sus contras, y lo aceptamos tal cual es porque nosotros lo elegimos.

El primer día nos encontramos algunos, apenas sin conocernos, y empezamos a compartir prácticamente la vida, deseos tales como, llegar a portar un sable couteaux, practicar tiro y egresar como subtenientes de reserva ya que hoy en día no somos simples compañeros, somos camaradas, compañeros para todo la vida, hermanos que forman una gran familia, y tristemente nuestra meta se ve truncada. Es más, hoy en día nos preguntamos si mañana vamos a poder compartir otros días juntos o si precipitadamente tendremos que tomar caminos diferentes, desmoronándose todos nuestros objetivos con una infinita desilusión.

A pesar del gran esfuerzo de nuestros padres, que buscaron al enviarnos al Liceo que tengamos la mejor educación posible y la que nosotros deseemos. Una educación que cual incluya el respeto por nuestra queridísima patria por la cual muchos héroes perdieron lo más preciado: la vida y a la que hay que seguir llenándola de riqueza.

Siendo simplemente adolescentes somos conscientes de las condiciones de la vida, también así somos conscientes de que para nosotros nuestro querido Instituto es la mejor herramienta que tenemos para triunfar y cumplir con nuestras expectativa.

Las naciones potencias del mundo, no solo preservan sus Liceos Militares; como Institutos formadores de adolescentes que empiezan a los 11 años como lo es el de USA, si no que los fomentan año a año. E igual ejemplo siguen los Ejércitos de Chile, Brasil, Venezuela.

Con respecto a la utilización de armamentos, existen riesgos al igual que otras actividades que se realizan en colegios oficiales pero contamos con profesionales altamente capacitados que tienen como principio fundamental nuestro bienestar, ante todas las cosas.

Aprendimos en este Instituto que vivimos en Democracia, sinónimo de Libertad, lo cual significa poder elegir. En este caso nuestro derecho no afecta a nadie más, queremos poder elegir ir o no a una escuela que supera la media en nivel académico, que brinda disciplina y espíritu de equipo, donde como en la vida misma, existen premios y castigos y no es fácil permanecer porque busca la excelencia.

Nos enseñan también a cumplir con la palabra, y con esta actitud el ex presidente Kirchner, hoy Diputado Nacional, estaría avalando una reforma que en el año 2006 prometió en los medios que no lo haría.

Tampoco podemos vivir con rencores, de lo que ocurrió en el pasado, y tomamos como ejemplo al actual presidente Uruguayo que en su discurso afirmo: "No somos aficionados a vivir de la nostalgia ni de páginas amarillas, todos los días amanece, la vida comienza. Siempre estamos comenzando, la vida se vive con coraje y hacia adelante", afirmó Mujica el presidente uruguayo, dirigió su primer discurso frente a las Fuerzas Armadas y afirmó que carga una "mochila", en alusión a su antigua etapa de guerrillero y a los trece años que pasó en prisión, pero que no pretende saldar cuentas del pasado desde el poder. "Cada cual tendrá que cargar con su mochila, pero las mochilas no son ejercicio de saldar cuentas cuando hay que construir, por eso hoy esto es muy simbólico, tremendamente simbólico", Acción para imitar.

Estamos convencidos que lo que se quiere destruir es lo que hemos construido a lo largo de los años: este espíritu de equipo, de solidaridad, que nos lleva a contactarnos desde donde estemos cuando alguno de nosotros lo necesita.

Esperando contar con su respuesta y el apoyo para no implementació n de estas reformas, saludamos a Ud. cordialmente.

CADETES DEL LICEO MILITAR GENERAL BELGRANO

domingo, 11 de abril de 2010

DERECHOS HUMANOS

DERECHOS HUMANOS: ¡SABEMOS Y DOCUMENTAMOS QUE SON PARA TODOS!
www.notiar.com.ar
Sr. Director:

En su respuesta a mi carta del 29/3 el Profesor González requiere que me informe y sostiene que "solo cometen delitos contra los derechos humanos quienes están en funciones en el Estado; es decir, cuando el Estado, que es garante de los derechos y debe proveer a su protección integral, no lo hace y en su lugar es quien violenta a través de sus funcionarios y agentes tales derechos".La separación entre el "Terrorismo de Estado" y "El Terrorismo" resulta un argumento muy utilizado para justificar los crímenes del terrorismo y evitar su juzgamiento.

Todo acto terrorista es un crimen de lesa humanidad, provenga de un agente que cumple funciones para el Estado o de una organización terrorista como Montoneros. El argumento de que para que un delito sea considerado de lesa humanidad debe tener la participación del aparato estatal, sostenido por nuestra Corte Suprema de Justicia en el caso "Lariz Iriondo", no tiene fundamentación en el contexto y la jurisprudencia internacional.

Asimismo, resulta contradictorio e improcedente anteponer el Estado al valor de la vida humana, como consideran quienes sostienen esa postura.

Repudiamos que el Estado incurra en sistemáticas violaciones a los derechos humanos, como todo otro tipo de violación a los derechos humanos.

¿Alguien puede creer que el destinatario del aberrante crimen del coronel Argentino del Valle Larrabure como de los miles de crímenes de la guerrila fuera el Valiente Coronel?
¡No, el destinatario era la humanidad y en cada atentado terrorista lo es!

La resolución 51/210, de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, del 16 de enero de 1996, tipifica como crímenes de lesa humanidad "los actos criminales con fines políticos concebidos o planeados para provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de personas o en personas determinadas", destacando que tales actos "son injustificables en todas las circunstancias, cualesquiera sean las consideraciones políticas, filosóficas, ideológicas, raciales, étnicas, religiosas o de cualquier otra índole que se hagan valer para justificarlos".

El artículo 7 del Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional, al definir los crímenes de lesa humanidad, dice que pueden ser cometidos "por un Estado o una organización".

Asimismo, personalidades destacadas del ámbito internacional, como el primer fiscal de la Corte Penal Internacional, Dr. Luis Moreno Ocampo que actuó como fiscal en el juicio a las juntas militares, sostuvo en febrero de 2007, en declaraciones a Radio Continental, que la Corte Penal Internacional establece que un crimen es de lesa humanidad cuando se trata de un "ataque sistemático y permanente" de civiles y entendió que la Junta Militar, la Triple A y la guerrilla cometieron ese tipo de delitos, que son imprescriptibles.

El fallo "Prosecutor c/ Tadic, dictado por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia el 7/5/97 expresa lo siguiente: “Por si hubiera alguna duda, el propio tribunal remarca, con sus palabras, en el mismo párrafo 655: “Por tanto, de acuerdo con la Comisión de Derecho Internacional, los actos ya no tienen que ser dirigidos o instigados por un grupo en permanente control de un territorio…; actores no estatales pueden ser también posibles autores de crímenes de lesa humanidad”.

Según lo expuesto en el Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia en el caso Endemovic, se dijo: "Los crímenes de lesa humanidad son serios actos de violencia que dañan a los seres humanos al golpear lo más esencial para ellos: su vida, su libertad, su bienestar físico, su salud y/o su dignidad. Son actos inhumanos que, por su extensión y gravedad, van más allá de los límites de lo tolerable para la comunidad internacional, la que debe necesariamente exigir su castigo".

"Los crímenes de lesa humanidad también trascienden al individuo, porque cuando el individuo es agredido, se ataca y se niega a la humanidad toda. Por eso, lo que caracteriza esencialmente al crimen de lesa humanidad es el concepto de la humanidad como víctima" (citado por la C. Nac. y Corr. Sala 4. 28/2/2003, G.H.A. JA 2003-III-378).

Alejandro Olmedo Zumarán.
olmedozumaran@hotmail.com

domingo, 4 de abril de 2010

ASOCIACION DE ABOGADOS PARA LA JUSTICIA Y LA CONCORDIA

Dr Alberto Solanet en el Colegio de Abogados

En el colegio de Abogados 12/03/2010

Señores:Hace algo mas de un año, dos abogados, Juan Ignacio Ymaz y Mariano Gradin, este último aquí presente, a quienes les reiteramos nuestro homenaje, sensibles a la situación que vivían nuestros presos políticos, imaginaron la necesidad de agrupar abogados para visitar las cárceles, actividad que el primero hacía desde tiempo atrás.

Esta fue la semilla que muy pronto germinó.Ya en enero de 2009 éramos casi veinte, cuando formalizamos la Asociación, en agosto de ese año fuimos doscientos y hoy somos alrededor de trescientos abogados, además de los numerosos adherentes.

Si bien acerca de este drama siempre tuve la misma posición y pensamiento, luego de mi primera visita a la cárcel de Marcos Paz, y compartir un par de horas con los cautivos, asumí el firme compromiso de ocuparme en la medida de mis posibilidades, de la suerte de estos hombres sometidos al escarnio de ese injusto y vejatorio encierro.

Cito mi experiencia por cuanto es la que mas conozco.Pero ello nos pasó a todos quienes iniciamos la concurrencia metódica a las cárceles de Marcos Paz, Ezeiza, Campo de Mayo y Villa Devoto.

Desde hace más de un año, los abogados de nuestra Asociación, hemos tenido presencia todos los miércoles en estos sitios de cautiverio.Puedo asegurarles que luego de cada visita salimos edificados en nuestro espíritu y resueltos a luchar para procurar la libertad de estos hombres, que en su momento cumplieron con su deber de soldados en defensa de los valores sustantivos de la patria.

Desde esta experiencia, frente a esta realidad, ningún argentino bien nacido puede permanecer indiferente.Esta fue la semilla que dio origen a nuestra Asociación de Abogados para la Justicia y la Concordia, y será siempre el motivo que animará nuestra gestión.

Cuando conformamos nuestra Asociación, lo hicimos escandalizados por las violaciones a los derechos humanos y a las más elementales garantías constitucionales que se estaban negando en los juicios por los hechos ocurridos en la guerra de los años 70.

Hace medio siglo aparecieron los primeros focos de la guerrilla rural en la provincia de Tucumán, y de la acción de estos y otros grupos que en los años siguientes recurrieron a la violencia, fue expandiéndose una verdadera guerra interior.El conflicto se acentuó en la década del 70.

Lamentablemente, al restablecerse en 1973 el régimen constitucional, las tres primeras medidas del Congreso y del Poder Ejecutivo fueron disolver la Cámara Federal en lo Penal con competencia para juzgar a los imputados de hechos terroristas, derogar la legislación penal que sancionaba tales conductas y liberar a todos los imputados, incluso procesados y legítimamente condenados por actos terroristas.La guerra adquirió una intensidad sin precedente.

Diariamente ocurrían homicidios, secuestros, usurpaciones, asaltos y otros gravísimos delitos.

A partir de decretos dictados por Isabel Perón e Italo Luder, ante una situación caótica que desbordaba a las instituciones policiales, en 1975 se ordenó a las fuerzas armadas que aniquilaran el accionar terrorista.

La guerra prosiguió con su secuela de excesos, hasta que finalmente la embestida guerrillera quedó bajo control, con muy aislados brotes de violencia.

La Argentina había encarado un proceso de pacificación mediante la solución implementada con el dictado de las leyes de amnistía o perdón llamadas de punto final y de obediencia debida, para aquellos que cumplían funciones subordinadas, leyes que fueron convalidadas por la CSJN.

Esta política fue continuada y profundizada por los presidentes Menem, De la Rua y Duhalde, mediante los indultos, hasta que el gobierno de Kirchner, trastocó todo, instaurando el aberrante régimen de venganza, enfrentamiento e ilegalidad que vivimos hoy. Lo hizo removiendo a los integrantes de lo que el llamaba la “mayoría automática” de la Corte del Presidente Menem, sólo para reemplazarla por otra “mayoría automática” en lo que a esta materia respecta, que le asegurara la reapertura de todos los juicios a militares e integrantes de las fuerzas de seguridad. Sólo a ellos y no a los guerrilleros que tomaron las armas contra el estado argentino, muchos de los cuales hoy ocupan importantes cargos en el gobierno.

Mediante fallos condenados por los más ilustres autores de la Argentina, incluida la Academia Nacional de Derecho, en dictamen unánime, esta Corte ha barrido principios liminares del derecho, entre ellos el de legalidad (Art.18, CN), irretroactividad de la ley penal, aplicación de la ley penal más benigna y cosa juzgada. Principios éstos cuya instalación y vigencia insumió siglos de la historia de Occidente. Revisaron decisiones soberanas de los otros dos poderes y les quitaron insólitamente los instrumentos –facultad de dictar amnistías e indultos- que la Constitución les dio para lograr el fin perseguido en el Preámbulo: consolidar la paz interior.

Hoy hay más de 700 presos políticos, y son presos políticos por cuanto su detención obedece a una decisión política, inspirada en oscuros designios ideológicos.Para ello, el gobierno se vale de la complicidad de jueces miedosos y corruptos. Estos deben saber que enfrente tienen a trescientos abogados que los estamos mirando.

Se sigue deteniendo gente- todos mayores o ancianos, muchos de los cuales tenían 20 años o poco más en épocas de la guerra, que son los únicos a las cuales se les niega en la Argentina las más elementales garantías de que goza un ciudadano: les niegan la excarcelación; los mantienen detenidos 5 o 6 años sin condena (contra todo que dicen los Tratados de DDHH), se los mantiene en cárceles pese a tener más de 70 años. Han muerto en cautiverio más de 80 de ellos-Hoy tenemos que lamentar la muerte del Tte.Cnel. Zimmermann, nueva víctima de este lacerante proceso.

Los presos políticos son víctimas de la persecución judicial organizada por el gobierno argentino y de la fenomenal campaña de propaganda montada para desvirtuar un lamentable conflicto caracterizado como guerra civil revolucionaria por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la época del presidente Alfonsín (1983-1989).. Al asumir las autoridades constitucionales el 10 de diciembre de 1983 resolvieron enjuiciar a los comandantes en jefe, sustanciándose un proceso ante el Consejo Supremo y, simultáneamente, dispusieron denunciar a los dirigentes de la guerrilla en actuaciones que tuvieron limitada proyección. En cambio, los tribunales federales, después de abocarse al conocimiento de los procesos castrenses, vulnerando la garantía del juez natural, avanzaron hacia toda la línea de mando de las fuerzas armadas, de seguridad y policiales, sin excluir a quienes ostentaban las jerarquías más modestas como oficiales o suboficiales.

A partir de 1987, surgieron levantamientos militares que finalmente fueron superados con la sanción de las leyes de punto final y obediencia debida. También los imputados de hechos subversivos fueron incluidos por el Congreso entre los beneficiados con la extinción de las acciones penales. Finalmente, en 1989 y 1990, se dictaron amplios decretos de indulto para todos los que participaron en la guerra.

Ante el estupor de muchos que consideraban superado el conflicto, e impulsada por motivaciones ideológicas y resentimientos, la confrontación resurgió y, con auspicio oficial, se forjó una visión asimétrica y unilateral del último medio siglo, en la que los agresores de la sociedad civil quedaron transformados en "jóvenes idealistas" que habían sido injustamente perseguidos.

En los últimos seis años, se acentuó el hostigamiento contra militares y policías.Se anularon los indultos que habían sido homologados por la Corte Suprema; el Congreso anuló las leyes que habían extinguido las acciones penales, reabrió los procesos y vulneró la garantía de la cosa juzgada; asimismo, ejecutó un amplio abanico de medidas persecutorias que sólo sirven para profundizar la discordia y frustrar la necesaria unión nacional. De esta forma, cientos de militares con destacados servicios y carreras impecables, después de haber permanecido sin objeción en sus respectivas fuerzas, ascendido a jerarquías superiores en plena democracia, comenzaron a ser imputados por la justicia por hechos de casi treinta años atrás, detenidos y sometidos a un largo encarcelamiento sin pena ni juicio.

El mismo Estado que durante un gobierno constitucional les encargó aniquilar las fuerzas irregulares que sumieron al país en la violencia de una guerra revolucionaria; el mismo Estado que les impartió luego las órdenes de combate mediante las cuales derrotaron a las organizaciones terroristas, el mismo Estado que dictó leyes que significaron tres amnistías sucesivas, el mismo Estado que revisó prolijamente sus casos y los mantuvo en actividad después, durante una década y media, sin cuestionar su conducta, cambia radicalmente de postura muchos años después para instalar una persecución tardía e ilegal.

La situación es hoy extremadamente grave porque, contrariamente a lo resuelto por la Cámara Federal cuando juzgó a los comandantes, en el sentido de que la defensa de la sociedad agredida había sido monopolizada por las fuerzas militarizadas, sin participación de los funcionarios que cumplían actividades civiles, ahora se pretende extender a estos sectores la responsabilidad por las extralimitaciones cometidas en el curso de la guerra. Al convalidar la detención del ex ministro de gobierno de la provincia de Buenos Aires, Dr. Jaime Smart, la cámara del distrito llegó al extremo de sostener que la sola circunstancia de haber aceptado y desempeñado tal cargo es suficiente para involucrarlo en la ejecución de hechos en los que no tuvo ni pudo tener participación alguna. Con esta nueva línea jurisprudencial, la revancha ya no tiene límites. La cuestión no es ya meramente jurídica, sino de naturaleza moral. No es el horror de la guerra lo que está bajo examen, sino la opción sistemática por alternativas que, transcurridos casi cuarenta años desde que comenzara la etapa más violenta de la contienda, alientan el odio y la desintegración social, al empujar a los más extremados a reacciones graves e imprevisibles.

Son ya cerca de setecientos los presos políticos y el número crece de modo inquietante. Digo bien, se trata de presos políticos. No se puede seguir hablando de República, de derechos humanos y Estado de derecho mientras subsista esta ominosa situación. Se mantiene a la Justicia Federal ocupada casi con exclusividad en el juzgamiento de estos hechos ocurridos hace 30 años, cuando es la misma Justicia Federal la que debe investigar en todo el país los actos de corrupción de los funcionarios del gobierno, la que juzga los delitos de tenencia de armas y tráfico de drogas.

Como resultado, a los ciudadanos nos matan como perros, reina la impunidad para los funcionarios y los delincuentes; se envía un mensaje muy claro a las fuerzas de seguridad de no intervención: sólo sus miembros no gozan de los derechos procesales mínimos cuando se los juzga, se mantiene al país enfrentado alimentando rencores del pasado, y todo en un marco de completa ilegalidad..

Abel Posse , en un formidable artículo publicado hace algún tiempo en La Nación, que provocó la ira de la izquierda y de casi toda la dirigencia política frívola, afirmaba que “ con persistencia gramciana, los guerrilleros que rodean a los Kirschner aunque ya estaban generosamente indemnizados por sus derrotas de los 70, lograron afirmar la teoría de demoler las Fuerzas Armadas, lograr que los policías se sientan mas amenazados e inhibidos en la tarea de represión de los delincuentes en su agresión y que la justicia se ausenta en este proceso de crisis, sin reaccionar con energía ante la creciente criminalidad concediendo excarcelaciones a una gran cantidad de delincuentes, incluso en casos de asesinatos y uso de armas”. Debemos agregar, mientras mantiene encerrados ilegalmente a quienes, como los jueces son concientes, de ningún modo su libertad significa el menor riesgo para la sociedad.

Rechazamos, por razones morales, que se cometan las mismas aberraciones jurídicas con quienes hoy gozan de los favores oficiales y desempeñan altísimos cargos en los tres poderes del Estado nacional. Las acciones penales contra todos los contendientes están irreversiblemente extinguidas y así deberán declararlo en algún momento los jueces, si la Justicia es finalmente restablecida. Porque, como lo ha declarado la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales en su dictamen del 25 de agosto de 2005, descalificó la línea jurisprudencial iniciada a partir de 2004, "los principios de legalidad, irretroactividad de la ley penal, ley penal más benigna, cosa juzgada, derechos adquiridos, no sólo están en el texto de la Constitución nacional, sino en su espíritu y, más aún, constituyen la esencia del constitucionalismo clásico de los siglos XVIII y XIX, principios que no han sido modificados por las etapas posteriores del constitucionalismo, que tienen varios siglos de vigor y que nunca han sido cuestionados".

La Convención Reformadora de 1994, en la misma sesión plenaria que aprobó la redacción del actual artículo 75, inciso 22, y otorgó jerarquía constitucional a varios convenios internacionales, rechazó la pretensión de que los delitos de lesa humanidad fueran imprescriptibles y no susceptibles de amnistía, indulto o conmutación. Sobre el punto, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos autorizan la amnistía y el indulto "en todos los casos", incluso "para los delitos más graves".

¿Cómo es posible que ahora se reclame que los jueces juzguen y condenen rápidamente a quienes ya han sido amnistiados o indultados por delitos que, además, se encuentran prescriptos?Todo esto configura un verdadero desvarío jurídico que incrementa el rencor y el resentimiento.

Queda así en evidencia que no median obstáculos jurídicos genuinos que impidan recurrir a medidas pacificadoras, como lo hicieron los pueblos sabios, en Europa y en América, para aplacar los odios engendrados por los enfrentamientos internos. Necesitamos llegar al Bicentenario con la Nación en paz, y para ello es preciso proceder con grandeza, y levantar las banderas de la concordia y la reconciliación. Ello exige como premisa concluir con la prédica de la inquina y la venganza. No pretendemos reivindicar en particular a nadie. Simplemente denunciamos que si consentimos la violación de los principios constitucionales penales, no importa a cuál de nuestros adversarios le sea aplicado, estaremos poniendo en peligro la libertad de todos los ciudadanos para el futuro y abriendo las puertas a la tiranía.

Desconocer el principio de legalidad -Art. 18 de la CN –que es el que contiene todas estas garantías- es el primer paso para la instauración de un grosero despotismo. Creo que si se tira abajo el principio de legalidad, en la República Argentina quedamos todos bajo libertad condicional.

Algunas de las acciones realizadas que podemos destacar, fueron nuestros viajes, a Rosario, donde nos entrevistamos con el Colegio de Abogados, familiares de presos políticos y visitas a la prisión federal y a la cárcel provincial. A Córdoba, donde nos entrevistamos con el vicepresidente de la Cámara Federal, familiares de los presos políticos, a quienes visitamos en el penal de Bower. Asimismo realizamos un acto público en la Bolsa de Comercio, con gran concurrencia. En ambas ciudades dejamos sentadas las bases para la conformación de asociaciones similares a la nuestra. En el mes de octubre organizamos una mesa redonda en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, con el tema “El Bicentenario la Justicia y la Concordia” a cargo de los Dres. José María Bandieri, Vicente Massot y Jorge Vanossi, donde también hubo una numerosa concurrencia. El 11 de noviembre en el marco del Congreso de la Unión Internacional de Juristas Católicos, celebrado en Madrid, nuestros consocios y miembros de la Mesa Directiva, Dres. Eduardo Bieule y Octavio Schindler, presentaron los objetivos de nuestra Asociación, junto a la denuncia de los hechos que dieron motivo a su fundación. Desde ya destacamos la relevancia de esta presentación, atento a la importancia de los representantes de los países concurrentes y la estrecha relación que mantiene la institución con la Santa Sede. Hemos concurrido y seguiremos haciéndolo a las audiencias públicas en las distintas causas en que estén involucrados los presos políticos, muchas de ellas con bastante similitud a un circo romano.

Señores, debemos poner nuestro esfuerzo en despertar la conciencia de nuestra sociedad, influida por la historia mentirosa que aturde desde hace treinta años. Debemos empeñarnos en instalar el tema en la dirigencia política, que hasta ahora ignora dolosamente la tragedia. Nuestra gestión esta ordenada a reclamar el pleno restablecimiento del estado de derecho, sustento de un orden justo, cimiento indispensable para alcanzar la paz. La paz que no es pacifismo conformista. Nosotros no pertenecemos a esa clase de pacifistas. Nuestro compromiso no es el de los tibios, menos en esta hora, en esta argentina difícil, profundamente confundida y degradada. Decía Mons. Aguer que “la paz social depende de la plena vigencia de ese conjunto de relaciones de justicia”. La concordia, como bien dice Santo Tomás, no implica la unidad de opiniones, pues nada impide que los amigos opinen distinto sobre cuestiones diversas; no se trata, tampoco, de concordar sobre cualquier cosa sino sobre aquello que es provechoso a la Ciudad, es decir, lo que hace al bien de la Ciudad. Es perentorio recuperar un valor propiamente político, cual es la concordia o amistad política a los efectos de un nuevo comienzo, con las ventajas consiguientes para la sociedad en su conjunto.

El Ministro Carlos Fayt, en sus disidencias en los fallos de la Corte que anularon las leyes denominadas de “Punto Final” y “Obediencia Debida”, ha señalado que, tanto amnistías como indultos consisten en “una potestad de carácter público instituida por la Constitución Nacional, que expresa una determinación de la autoridad final en beneficio de la comunidad”, relacionada con los objetivos del Preámbulo de consolidar la paz interior y promover el bienestar general. La amnistía es un acto de recíproco olvido, quien la recibe debe devolverla y quien la da debe saber que él también la recibe. Marca un olvido, tanto de las injusticias pasadas y sufridas, como de someterlas al veredicto de la justicia presente o futuraUrge, en vísperas del bicentenario, volver al cauce de la constitución histórica, recurriendo a los remedios que están en su texto y que ninguna convención internacional ha abolido, que permitirían afianzar la paz interior y superar las secuelas más dolorosas de nuestra guerra, mediante una generosa ley de amnistía.

Que Dios nos ayude.

sábado, 27 de marzo de 2010

LOS MITOS DEL 24 DE MARZO

Miércoles 24 de marzo de 2010
OTRAS VOCES

Los mitos son, por definición, narraciones fabulosas e imaginarias que intentan explicar algún suceso o aspecto de la realidad. Constituyen, por tanto, meras creencias no sujetas a pruebas de veracidad que, por lo general, no resultan de procesos que deriven de la razón, sino de emociones y pasiones.

En este orden de cosas, la militancia setentista, apoyada y financiada por el oficialismo y las estructuras estatales, en su intento por diagramar su estrafalaria historieta que ha hecho de los años 70, no ha escatimado esfuerzos en implementar y propagar una serie de mitos relativos a los sucesos ocurridos el 24 de marzo de 1976, cuyo aniversario número 34 se cumple en el día de la fecha.

¿Fue un golpe militar?

En razón de ser la venganza un objetivo primordial del setentismo, resulta clave que el papel desempeñado por la sociedad civil en los hechos del 24 de marzo haya sido arbitrariamente omitido por el historietismo oficial, a los efectos de instalar en la opinión pública aquella falsedad de que se produjo un golpe exclusivamente militar (apuntando todas las responsabilidades sobre el ambiente castrense y exculpando al resto de la sociedad).

Pero, en verdad, los sectores civiles, representados por su clase dirigente, tuvieron decisiva participación en el derrocamiento de Isabel Perón.

Desde 1975, la partidocracia se alarmaba por el exasperante vacío de poder que reinaba en la Argentina:

"Pero, ¿quién gobierna? ¿Ese conjunto colegiado de ministros que, además, no produce ninguna confianza al país? Eso sigue siendo anarquía. Y, lo peor, anarquía organizada", afirmaba el líder del Partido Federal, Enrique "Paco" Manrique, (tercera fuerza electoral de entonces) desde la pantalla del histórico programa de TV Tiempo Nuevo, a fines de julio.

Desde la otra punta del abanico ideológico, el izquierdista Oscar Allende ponía de relieve que "el desgobierno ha colmado la paciencia de los argentinos" (1).

El diputado Monsalve diría, por su parte, que "no puede transcurrir un minuto más en el más absoluto desorden" (2).

Incluso, desde el mismo sector oficialista, se ofrecían lecturas similares, como la del diputado justicialista Carlos Palacios Deheza, quien afirmó que "así no llegamos a 1977, sino ni siquiera a 1976",

o la del mismísimo gobernador peronista de Buenos Aires, Victorio Calabró, quien, a fines de 1975, pronunciaba que "si las cosas siguen así, no llegamos al 77" (3).

De esta manera, la clase política (incluido el oficialismo mismo) empezaba a avizorar una salida facilitada por las Fuerzas Armadas.

Ya a comienzos de 1976, la UCR definía su postura a través de una declaración oficial del comité nacional, que rezaba: "El país vive una grave emergencia nacional. Toda la Nación percibe y presiente que se aproxima la definición de un proceso que, por su hondura, vastedad e incomprensible dilatación, alcanza su límite". Era, por tanto (según expresa el comunicado radical), "incomprensible" la continuidad del gobierno, tales las propias palabras del partido que se jacta de ser el más democrático de la Argentina, y, por tal razón, las reuniones secretas entre políticos con jefes militares comenzaban a tener lugar con extremada frecuencia.

A fines de 1975, en cálida reunión entre el Dr. Ricardo Balbín (líder de la UCR) y el Gral. Jorge Rafael Videla, el radical le expresó: "General, yo estoy más allá del bien y del mal. Me siento muy mal, estoy afligido. Esta situación no da más. ¿Van a hacer el golpe? ¿Sí o no? ¿Cuándo?". A lo que su interlocutor respondió: "Doctor, si usted quiere que le dé una fecha, un plan de gobierno, siento decepcionarlo, porque no sé. No está definido. Ahora, si esto se derrumba, pondremos la mano para que la pera no se estrelle contra el piso". Balbín replicó, impaciente: "Háganlo cuanto antes. Terminen con esta agonía"(4).

La presión que los políticos ejercían sobre las FF. AA. abarcaron a todos los sectores ideológicos.

En rigor, hasta el propio Partido Comunista se pronunció en este sentido, cuando, el 12 de marzo, "reiteró su propuesta de formación de un gabinete cívico-militar" (6).

Amplios sectores del peronismo tomaban posiciones similares, como el líder de la CGT, Casildo Herreras, quien se entrevistó en secreto con Videla, "para decirle que, aunque en público no podían declararlo, también ellos consideraban que el gobierno era un desastre, que eran sus amigos y que deberían tenerlos en cuenta después del golpe, si finalmente lo llevaban a cabo" (7).

Por su parte, el viejo amigo de Perón, Jorge Antonio, el 22 de marzo, esgrimió sin tapujos, desde una conferencia de prensa en un hotel céntrico de Buenos Aires: "Si las Fuerzas Armadas vienen a poner orden, respeto y estabilidad, bienvenidas sean" (8).

Numerosos sectores obreros, el 20 de marzo, anticiparon su simpatía por la eventual solución militar, declarando, a través de cuarenta y una organizaciones sindicales, que no acatarían un paro general de actividades, en caso de interrupción del orden constitucional.

El pedido de una reacción por parte del sector militar era tan visible que, desde el Parlamento, se admitían las reuniones con uniformados: "Debo confesar que en el día de hoy he golpeado las puertas [?] de la Policía Federal, la de algunos hombres del Ejército. Y el silencio es toda la respuesta que he encontrado" (5), admitía el senador Eduardo Angeloz, a catorce días del 24 de marzo.

Días después, nada menos que Victorio Calabró entregaría a oficiales de las Fuerzas Armadas los mapas de la Casa de Gobierno, a los fines de que las tropas del Regimiento de Infantería 7 no se cruzaran con la policía, el 24 de marzo (9).

El grueso de la sociedad, el 24 de marzo de 1976, permaneció en sus hogares. No hubo resistencia siquiera por parte de los militantes del partido derrocado, sino que el vicepresidente 1º de este, Felipe Bittel, le gritaba a Osvaldo Papaleo (secretario de Prensa de Isabel): "Chau, Papá, hasta mañana. Esto hay que festejarlo con champaña. Todo se ha disipado" (10).

Las organizaciones terroristas, ¿ya estaban aniquiladas?

Además de anular o ignorar ex profeso el papel de la civilidad como actor propiciador del golpe, otro mito consistió en minimizar el rol de las organizaciones terroristas subversivas en la tragedia de los años 70 alegando que "la guerrilla ya estaba diezmada, el 24 de marzo de 1976", con la evidente intención de formar la idea de que la guerra interna era una mera excusa de sectores castrenses. La realidad indica completamente lo contrario.

Según confirmó la sentencia que juzgó a la junta de comandantes, en 1975, se produjeron 893 hechos terroristas (promediando un atentado cada ocho horas, durante el año precedente al golpe). 1976 no fue menos: el 22 de marzo, el matutino "La Tarde" (dirigido por el kirchnerista Héctor Timerman) informó: "Un récord que duele: cada 5 horas, asesinan a un argentino". Y, a renglón seguido, expresaba: "Terrorismo: Sigue la escalada de crímenes". El 19 de marzo, el diario de izquierda "La Opinión" arrojó una estadística similar: "Un muerto cada cinco horas, una bomba cada tres".

Los propios documentos internos de Montoneros contabilizaban, en 1976, "1.000 atentados con 500 víctimas fatales", producidos sólo en ese año (11).

El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), por su parte, en documento interno, indicaba que, para esta fecha (1976), todavía se contaba con 4.950 guerrilleros organizados( 12).

A fines de 1977, el comandante del Ejército Montonero, Horacio Mendizábal, afirmaba, públicamente, que, durante ese año, "se realizaron más de 600 operaciones militares" (13).

Si para muestra basta un botón, fue en julio de 1976 cuando se produjo el atentado terrorista más dramático de toda la década del 70, cuando una bomba montonera hizo volar el comedor de la superintendencia de la Policía Federal, mutilando a 60 personas y asesinando a otras 22.

El 24 de marzo, ¿se dio inicio a la represión ilegal?

Otro insistente mito en torno de la fecha en cuestión consiste en utilizar el 24 de marzo como punto de partida de la utilización de métodos ilegales por parte de las Fuerzas Armadas para enfrentar la subversión terrorista.

Pero, ¿cómo se la combatía antes de esta fecha? Los historietistas del setentismo no ponen mucho empeño en explicarlo.

En puridad, el combate conforme a metodologías irregulares data de fines de 1973; más precisamente, luego de la muerte del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, cuando el propio Perón, a la sazón presidente de la Nación, confeccionaba un documento interno para su partido que expresaba: "En este estado de guerra que se nos impone, no puede ser eludido y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino, también, atacar al enemigo en todos los frentes y con la mayor decisión (...) El Movimiento Nacional Justicialista entra en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales, para afrontar esta guerra (...) Quien rehúya su colaboración para la lucha, queda separado del movimiento".

Así nacía la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), como el primer intento al margen de la ley que el gobierno constitucional empleaba para enfrentar el terrorismo marxista. Centenas de guerrilleros o sospechados de tales cayeron en manos del polémico aparato paraestatal de marras (cerca de 500 muertos fueron responsabilidad de la triple A).

Poco después, como respuesta al terrorismo que había diseminado focos rurales en Tucumán, el gobierno democrático emitió, en febrero de 1975, el decreto secreto Nº 261 del Poder Ejecutivo, que ordenaba a las FF.AA. "ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán".

En octubre, se amplía el terreno de operaciones de las Fuerzas Armadas a toda la Nación, a través del decreto 2.772, ordenando "ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el país".

Los desaparecidos anteriores al 24 de marzo contabilizados por la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) ascienden a 900 casos. El informe de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación computa, por su parte, un total de 642 desaparecidos en democracia peronista, y 525 abatidos, lo que suma 1.167 casos que son responsabilidad de la clase política que tuvo el poder en aquellos años y que se constituía en la creadora de la metodología irregular que, lamentablemente, se continuó practicando luego del 24 de marzo.

Concluida la guerra, el terrorista Enrique Gorriarán Merlo dirá que "las técnicas represivas de ese gobierno surgido de elecciones fueron (aunque parezca difícil de creerlo) más feroces que las instrumentadas por el gobierno defacto de Onganía, Levingston y Lanusse" (14).

Julio Santucho, hermano del jefe máximo del ERP, expresará, por su parte, que "en un solo año de gobierno popular, nuestro pueblo tuvo más muertos que en siete años de dictadura militar (...) la represión actuada por el gobierno peronista fue diez veces mayor que la de la Revolución Argentina proclamada por el general Onganía" (15).

A 34 años del 24 de marzo de 1976, numerosos sectores cobijados por el aparato estatal han reducido la historia por la memoria, cambiado la justicia por la venganza, suprimido la verdad por el engaño y convertido una gran tragedia del ayer en un exitoso negocio del presente.

(1) Yofre, Juan Bautista. Nadie fue. Buenos Aires, Edivern, 2006, p. 252.
(2) García Montaño, Diego. Responsabilidad compartida. La sociedad civil antes y durante el Proceso . Córdoba, El Copista, 2004, p. 104.
(3) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 243.
(4) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 333.
(5) Díaz Bessone, Ramón Genaro. Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978) . Buenos Aires, Círculo Militar, 1996, p. 240.
(6) Márquez, Nicolás. La mentira oficial. El setentismo como política de Estado . Buenos Aires, edición del autor, 2008, p. 144.
(7) Márquez, Nicolás. Ob. Cit., p. 142.
(8) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 358.
(9) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 380.
(10) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 373.
(11) Documento citado en Díaz Araujo, Enrique. La guerrilla en sus libros . Tomo II. Mendoza, El Testigo ediciones, 2009, p. 91.
(12) Documento citado en Yofre, Juan Bautista. Fuimos todos. Cronología de un fracaso, 1976-1983. Buenos Aires, Sudamericana, 2008, p. 33.
(13) Informe completo en Larraquy, Marcelo. Fuimos soldados. Historia secreta de la contraofensiva montonera. Buenos Aires, 2º ed., Aguilar, 2006, p. 124.
(14) Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a La Tablada. Buenos Aires, Planeta/Catálogos, 2003, pp. 368-369.
(15) Santucho, Julio. Los últimos guevaristas. La guerrilla marxista en la Argentina . Edición de 1988. Pp. 160-162.
__._,_.___

martes, 16 de marzo de 2010

QUE VERGUENZA!!

Los presos políticos bajo el régimen kirchnerista
Por Alfredo Raúl Weinstabl

Kirchner, verdadero aventurero pragmático y oportunista, llegó al poder por descarte, en una forma casi casual, llevado de la mano del ex presidente Duhalde.

Su escasísima legitimidad de origen lo impulsó rápidamente a adoptar medidas para acrecentar y fortalecer su poder político. Entre estas, encontró un nicho vacío que ocupó rápidamente: el de los “Derechos Humanos”.

Es así que Kirchner, que en sus largos años en la política en su provincia natal en donde jamás se preocupó por este tema, se abocó de lleno a ello, con la idea de captar esa franja de militantes de la extrema izquierda, básicamente las antiguas organizaciones revolucionarias y terroristas que no tuvieron cabida ni inserción en los anteriores gobiernos democráticos.

Con ese objetivo, sin ningún tipo de escrúpulos se dedicó a demonizar a las Fuerzas Legales (FF.AA., FF.SS. Y Policiales) y atacarlas sin miramientos de ninguna clase y sin considerar o tener en cuenta que estaba atentando y destruyendo instituciones fundacionales y fundamentales de nuestro país.

Es así que hoy día, las FF.AA. no son operativas y la Policía está desmotivada y desmoralizada y con un nivel operativo mínimo.

Una de las responsabilidades esenciales de un Estado, la seguridad externa e interna, no se cumple adecuadamente y ese hecho podría comprometer la existencia misma del país.

Hecha esta breve introducción quiero referirme, no a los sucesos ocurridos en la década del 70 sobre la cual hay abundante bibliografía para consultar, sino a la situación actual de los uniformados detenidos a disposición de la Justicia impulsados por la política de “Derechos Humanos” de este gobierno.

Sintéticamente las Fuerzas Legales derrotaron a la subversión apátrida en la década del 70, pero luego, por los increíbles vericuetos de la política vernácula, perdieron la guerra, casi 25 años después.

La guerra contra la subversión y el terrorismo fue ejecutada por mandato de un gobierno constitucional en la década del 70 y ejecutada orgánica e institucionalmente por las Fuerzas intervinientes.

Para ser más claro y no dejar ninguna duda las operaciones militares fueron realizadas siguiendo estrictamente las directivas emanadas de las cadenas de mando correspondientes y siguiendo procedimientos especificados en los reglamentos vigentes.

Durante el transcurso de los gobiernos constitucionales que se sucedieron desde el año 1983, hubo diferentes modos de enfocar el fin al conflicto y cerrar las heridas de la guerra fratricida hasta que en el año 1998, el presidente Menem decidió finalizar este capítulo negro de nuestra Historia, amnistiando a los combatientes de ambos bandos y de esa manera recuperar la paz social imprescindible para construir el futuro. (ref.1)

Pero increíblemente cuando las heridas ya estaban cicatrizadas, Kirchner luego de casi treinta años de los hechos, anulo todo lo actuado y reabrió los procesos. Pero insólitamente únicamente contra las Fuerzas Legales.

Kirchner y su consorte reinstalaron nuevamente el rencor y el odio en la sociedad argentina. No solo en este caso, sino en muchísimos otros sectores o actividades.

En el tema que nos ocupa, hay dos factores principales para analizar la situación absolutamente discriminatoria, parcial y a todas luces totalmente injusta y perversa de los actuales presos políticos en nuestro país.

Por un lado la falta de memoria política. No es nada difícil conocer acabadamente nuestro reciente pasado. Para interiorizarse de la historia de esos aciagos días, simplemente se debería consultar los periódicos, revistas y otras publicaciones de esa época y las declaraciones de los políticos y dirigentes en general. Había un pedido, una verdadera exigencia política y popular, de que se combata y termine con el flagelo de la subversión y el terrorismo.

Hoy día, pasado esa angustiante época de secuestros, crímenes de todo tipo, asesinatos y cárceles del pueblo, aquellos que imploraban el restablecimiento de la seguridad colectiva, por no estar afectados directamente por la presente situación, miran disimuladamente hacia otro lado buscando no involucrarse y dejando que el déspota ejecute libremente sus perversos desligaos.

Y sumados a ello la gran “mayoría silenciosa”. Esa enorme cantidad de personas tienen un papel meramente pasivo y son guiadas y conducidas por el gobernante de turno. Incluye a las personas que nacieron al principio de la década del 70 que ahora tienen 40 años de edad y que no tuvieron la vivencia personal de los sucesos de esa guerra.

Este estrato de la ciudadanía tan numeroso es apolítico e indiferente a la política, totalmente inactivo en ese sentido y se abstienen de actividades relacionadas.

Kirchner, aprovechando las características de este sector, mediante la manipulación de los medios, instaló en la mente de la mayoría, la idea de un genocidio efectuado por los “perversos” uniformados y una escandalosa y absolutamente falsa tergiversación de la historia verdadera.

Actualmente hay del orden de 800 uniformados presos por supuestas violaciones a los derechos humanos. Hay más de 80 que han fallecido en prisión.

Al respecto quiero destacar, una gravísima incongruencia y por otra parte verdaderas trasgresiones a los tan publicitados y promocionados “Derechos Humanos”.

En principio el gobierno, por intermedio de su justicia adicta y corrupta, está llevando a cabo con el personal militar, de fuerzas de seguridad y policiales un enorme circo mediático.

Los actuales Coroneles y Teniente Coroneles e inclusive menores jerarquías actualmente detenidos y los equivalentes en las demás Fuerzas, en aquella época, eran oficiales subalternos o suboficiales de jerarquías muy bajas. La mayoría en aquel entonces, eran simples tenientes o subtenientes.

Cualquier que haya hecho el servicio militar o que tenga un mínimo de criterio sabe que las jerarquías nombradas tienen una autonomía propia, extremadamente acotada y prácticamente ninguna libertad de acción.

Dentro de la estructura jerárquica, su misión se limita a cumplir órdenes o directivas o hacerlas cumplir.

En las estructuras jerárquicas de cualquier tipo, y en particular las militarizadas, el de mayor jerarquía es el que se lleva los honores de los aciertos y victorias y en contraposición, también la vergüenza y deshonra, en los errores y derrotas.

El resto de la estructura simplemente cumple órdenes. Es lo que se conoce no solo en este país, sino en todo el mundo, como la “obediencia debida”.

El otro aspecto, grave, extremadamente grave, es la escandalosa vulneración y transgresión a principios jurídicos universales. Hay más de una docena de principios elementales violados sistemáticamente. (ref.3)

Hay detenidos que ya llevan cerca de diez años de detención sin proceso y sin condena. Hay octogenarios gravemente enfermos presos en las cárceles comunes.

¿Pensarán los jueces que estos intentarán huir para no otorgarles el beneficio de la prisión domiciliaria?

Nada más lejano a un Estado de Derecho en este país de los cacareados “Derechos Humanos”.

El rencor, el odio y el resentimiento de la demencial pareja real, hacen que se trate con ese ensañamiento cruel alejado totalmente de lo que significa la Justicia.

Los complacientes y obedientes jueces y fiscales saben perfectamente las verdaderos atropellos y atrocidades jurídicas que están cometiendo para satisfacer los enfermizos delirios revanchistas de los déspotas.

Ya llegará el día en que deberán rendir cuentas de sus actos.

Mientras persista el antimilitarismo de Kirchner, la Argentina continuará en este estado de indefensión y “...solo conseguira el callado desprecio de sus vecinos, amigos y rivales…” (ref.4)

alfredo@weinstabl.com.ar

NOTAS:
(1) PRESOS POLÍTICOS EN ARGENTINA Bajo las administraciones K - 06-03-10 por Alfredo A. A. Solari.
(2) EL TRIBUNAL DE NÜREMBERG ARGENTINO. 01-09-06 por Alfredo R. Weinstabl
(3) Ver en Internet “14 DDHH violados al Personal Militar detenido”
(4) EL POST KIRCHNERISMO – por Mariano Grondona – Ed. Sudamericana

viernes, 26 de febrero de 2010

Las diez preguntas que le haría a un ex terrorista

LA IRRACIONALIDAD QUE NO SE JUZGA
www.notiar.com.ar

Hoy, a más de tres décadas de aquella triste, dolorosa y sangrienta etapa que vivimos los argentinos, vemos que finalmente la Justicia, a medida que los ha ido juzgando, logró que los genocidas del proceso estén ahora donde siempre debieron estar, tras las rejas.

Pero paralelamente a esto, se suscita un hecho curioso, por lo menos para quien suscribe, y es que no ocurre lo mismo con los integrantes de las "organizaciones armadas", como Montoneros, ERP, FAR y otras.

Otro hecho tan curioso como el anterior es que a los ex terroristas no sólo no se los juzga y mucho menos encarcela por tantos crímenes cometidos, sino que, además, se los indemnizó y se los premió con puestos en el gobierno, algunos como el Canciller Jorge Taiana o la Ministro de Defensa Nilda Garré, y otros que se presentaron a elecciones y consiguieron bancas en el Congreso Nacional, como Miguel Bonasso, Dante Gullo, o Carlos Kunkel; sólo por citar algunos de los casos más emblemáticos.

Me gustaría, en lo personal, algún día, poder hacerle algunas preguntas a estos personajes que también fueron parte fundamental de esta terrible historia que, evidentemente, no ha cicatrizado en los argentinos, pero, ¿qué le preguntaría hoy a un ex terrorista?

Veamos:

1- Teniendo en cuenta que en el período donde más atentados y muertes produjeron los terroristas fue entre los años 1973 - 1976, donde teníamos un gobierno popular y democrático surgido de elecciones libres. ¿Qué combatían? O, si usted prefiere. ¿A quiénes combatían durante 1973 y 1976?

2- Cuándo asesinaron a José Ignacio Rucci. ¿A quién estaban combatiendo? ¿Al peronismo, al sindicalismo, a la democracia o simplemente a Rucci?

3- Cuando cometían un atentado y morían civiles o conscriptos. ¿A quienes se suponía que combatían? ¿A los militares, a la sociedad en general, al sistema o era simplemente el método para imponer sus ideas?

4- ¿Qué tendrían que haber hecho las fuerzas de seguridad (Ejército, Gendarmería, Policía, etc.) en los años 1973 al 76? ¿Permitir que se realicen atentados involucrando a gente inocente y tal vez quedarse de brazos cruzados?

5- Si los "revolucionarios" hubiesen resultado vencedores en su "lucha armada". ¿No hubiesen tomado el poder por la fuerza al igual que los militares?

6- Si los "revolucionarios" hubiesen resultado vencedores en su "lucha armada". ¿No hubiese sido también un gobierno de facto como el de los militares?

7- Si los "revolucionarios" hubiesen resultado vencedores en su "lucha armada". ¿No hubiese sido también una dictadura, como el de los militares?

8- Si los "revolucionarios" hubiesen resultado vencedores en su "lucha armada". ¿Qué hubiesen hecho con los militares?

9- Si los "revolucionarios" hubiesen resultado vencedores en su "lucha armada". ¿No tendríamos otro tipo de desaparecidos?

10- ¿Los terroristas no secuestraban, no mataban, no torturaban, incluso a personas inocentes?

Por supuesto que hoy, algún ex terrorista, justificaría de cualquier forma todo lo que hizo, y diría que esos no son delitos de "lesa humanidad", que prescribieron y que por el contrario el terrorismo de Estado no prescribe y sí es de "lesa humanidad", o vaya uno a saber qué respuesta podría salir de la cabeza de alguien capaz de cometer el acto más cobarde y traicionero que pueda realizar un ser humano, el de poner una bomba.

Sinceramente, en lo personal, me gustaría mucho hacerle sólo estas diez preguntas a un ex terrorista, sólo estas diez. ¿Para qué más?

Por Pablo Dócimo

sábado, 23 de enero de 2010

HISTORIA

"Castelli­ no era feroz ni cruel. Obraba así porque así estábamos comprometidos a obrar todos. Cualquier otro, debiéndole a la patria lo que nos habíamos comprometido a darle, habría obrado como él. Lo habíamos jurado todos y hombres de nuestro temple no podían echarse atrás.

Repróchennos ustedes que no han pasado por las mismas necesidades ni han tenido que obrar en el mismo terreno.

¡Que fuimos crueles...! ¡Vaya con el cargo!; mientras tanto, ahí tienen ustedes una patria que no está ya en compromiso de serlo.

¿Hubo otros medios? Así será; nosotros no lo vimos ni creímos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos . "

Nicolás Rodríguez Peña

viernes, 1 de enero de 2010

ME ARREPENTÍ

ME ARREPENTÍ Por Emilio Guillermo Nani

Hoy es el Día de los Inocentes. Es por ello que lo elegí para escribir estas líneas porque, aunque tarde, me he dado cuenta que he sido un estúpido inocente.

El amor a la Patria me impulsó a seguir la carrera militar, a combatir al terrorismo subversivo y a participar en la recuperación de las Islas Malvinas.

En ambas guerras fui gravemente herido y por ambas guerras terminé convertido en genocida violador de los derechos humanos, siendo merecedor del repudio por parte de la misma sociedad que me pedía a gritos que hiciera algo para erradicar el peligro de las bombas, los secuestros y los asesinatos y me alentaba a luchar contra el usurpador inglés.

Desaparecido el peligro terrorista y habiendo sido derrotado en Malvinas, apareció el repudio social.

Aquellos,a los que nada les importó, en tanto y en cuanto les devolviéramos su tranquilidad y la gloria, fueron los primeros en pedir las cabezas de quienes dieron todo de sí para lograrlo, sumándose a la chusma rencorosa y hoy esperan que algún juez decida armar una causa para privarlos de su libertad, tal como ha sucedido y sucede con casi 700 camaradas que se encuentran ilegal e ilegítimamente privados de las suyas, por decisiones de un poder político corrupto y violento y de jueces federales que, renegando al sagrado cumplimiento del deber, cometen nada menos que 31 aberraciones jurídicas para mantenerlos en las mazmorras del régimen.

Otros 88 han muerto en cautiverio como consecuencia del abandono, la indiferencia y la ausencia absoluta de un adecuado sistema de salud.

Después de esperar en vano algún tipo de apoyo o reacción por parte de esta sociedad apática e hipócrita que, gracias al sacrificio de miles de argentinos, hoy goza de una inmerecida libertad, he llegado al triste momento del arrepentimiento.

Luego de ver sistemáticamente cercenado el derecho a la libertad de aquellos que combatieron al terrorismo en defensa de la Nación y su pueblo, mientras que quienes los atacaron, como los reconocidos criminales terroristas Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Carlos Betttini, Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Matarollo, Esteban Righi, Horacio Verbitsky, Eduardo Anguita, Hernán Invernizzi, Mario Kestelboim, Luis Mattini, Gustavo Plis Steremberg, Jorge Taiana y tantísimos otros, gozan de almibarados tratamientos, al arrepentimiento le he sumado el asco.

Me arrepiento de todo lo que he hecho en defensa de mi Patria.

Me arrepiento de lo poco o mucho que hice para impedir que el proyecto castrocomunista que las organizaciones terroristas intentaron imponernos por medio de la violencia, imperara en nuestra Patria.

Me arrepiento de haber contribuido a que los argentinos hoy disfruten de una libertad que no se merecen, por cuanto muchos de ellos, asumiendo un actitud canallescamente miserable, desde esa libertad ganada a costa de sangre, se hacen los distraídos ante los sucesivos ataques a las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales que tuvieron la responsabilidad de liberarnos del flagelo del terrorismo.

Con muchísima tristeza he llegado a la conclusión que esta sociedad no se merece una sola gota de la sangre derramada para conquistar esta libertad impidiendo que el proyecto montoneroerpianoemetepista se adueñara de nuestra Patria; no se merece una sola lágrima de los familiares y amigos de aquellos que dieron su vida en su defensa; no se merece un solo segundo de la angustia de los seres queridos de aquellos que hoy padecen injusta privación de libertad.

Es por ello que, siendo consciente que es poco menos que imposible la instauración en nuestro país de un régimen estilo Cuba, Nicaragua o de la Europa del Este, que sumieron a sus pueblos en el atraso, la miseria y la desesperanza, mientras sus jerarcas se enriquecían a costa de su sufrimiento, he decidido apoyar cualquier proyecto que, aunque de lejos, se les parezca.

Por todo lo expuesto deseo que el actual gobierno logre “profundizar su modelo”, para que:

Ø Pueda terminar de arrasar con la propiedad privada.

Ø El sistema de salud continúe llevando a la muerte segura a miles de argentinos.+

Ø La inseguridad siga desarrollándose hasta su máximo esplendor.

Ø La droga, el desenfreno y el alcohol continúen descerebrando a niños y adolescentes.

Ø Los empresarios amigos del poder, como los Eskenazi, los Lázaro Báez, los Cristóbal López, los Werthein, los Elsztain, los Ferreyra, los Sergio Tasselli, los Aldo Ducler, los Rudy Ulloa Igor, los Albistur, etc. y los integrantes de los poderes del Estado puedan seguir enriqueciéndose a costa del hambre, la desesperación y la muerte del pueblo argentino.

Ø El narcotráfico siga financiando las campañas políticas del oficialismo.

Ø De una vez por todas desaparezcan las libertades de prensa y expresión.

Ø Los accidentes de tránsito sigan cobrando miles de víctimas.

Ø Cientos de idiotas escondidos detrás de sus computadoras y Nicks, puedan seguir insultando, sabiendo que difícilmente los destinatarios de sus agravios se enteren de ello, y continuar librando sus “gloriosos” combates virtuales, exigiendo a otros lo que no son capaces de hacer.

Ø El juego de Cristóbal López continúe llevando a la pobreza a aquellos de, en su desesperanza, busquen una “salvación” económica que nunca llegará.

Ø El sistema educativo siga embruteciendo a nuestros niños y jóvenes.

Ø Las constantes violaciones a la Constitución Nacional continúen el largo crecimiento de los perjuros que, año a año declaman defenderla y nada hacen por conseguirlo.

Ø Los medicamentos falsos maten a los sobrevivientes de la inseguridad, los accidentes de tránsito y las drogas.

Ø Los sindicalistas puedan comprar campos y empresas a costa de la desocupación, indigencia y pobreza de sus representados.

Ø Los De Vido, Jaime, Uberti y sus empresarios amigos sigan haciendo pingües negocios a costa del saqueo y despilfarro de los recursos de la ANSESS.

Ø Los desaparecidos fondos de Santa Cruz continúen en poder del matrimonio K.

Ø Se terminen de destruir el Sistema de Defensa Nacional y las Fuerzas Armadas.

Ø Puedan lograr la obligatoriedad de todas las mujeres a abortar y el matrimonio entre homosexuales.

Ø La violencia siga asesinando a aquellos que, con su trabajo fecundo, han contribuido a que la Argentina subsista a pesar de los esfuerzo de la corporación política más corrupta de nuestra historia.

Ø Los organismos públicos se sigan poblando con familiares, amigos, amantes de los detentadores del poder, mientras que a millones de argentinos se les niegue el acceso a un trabajo digno.

Ø Los funcionarios puedan seguir utilizando los bienes del Estado en beneficio propio.

Ø Los terrenos que quedan en El Calafate sigan vendiéndose a precio vil.

Ø Los subsidios, los fideicomisos y los fondos fiduciarios continúen despilfarrándose yendo a parar a los bolsillos de corruptos funcionarios.

Ø Las bolsas con dinero que aparezcan en los baños ministeriales dejen de preocupar a los ministros.

Ø Los dineros mal habidos y las facturas falsas se puedan blanquear definitivamente.

Ø Las muertes políticas como la de Cacho Espinosa, Julio López y Vittorio Gotti queden en el olvido.

Ø Los órganos de control sigan descontrolados.

Ø Los Claudio Uberti puedan conseguir más valijas con dólares.

Ø Así como usaron los vuelos de Southern Winds para traficar drogas, ahora puedan hacer lo mismo con nuestra “recuperada” línea de bandera.

Ø Puedan seguir haciendo desaparecer personas caídas en redes de prostitución o en el tráfico de órganos.

Ø Todo el pueblo argentino quede excluido de toda posibilidad de paz social, tranquilidad y prosperidad.

Ø Sigan anunciando obras públicas que nunca se llevarán cabo y se paguen por ellas sobreprecios que continúen engordando las arcas de los detentadores del poder.

Ø Los jueces puedan terminar de sobreseer a los ladrones enriquecidos ilícitamente.

Ø Se consoliden nuestros vínculos bolivarianoindigenistas con Chávez, Morales, Correa, Zelaya y Castro, de modo tal de quedar definitivamente fuera del mundo desarrollado.

Ø Los jueces puedan continuar utilizando el delito del prevaricato como metodología para negar Justicia.

Ø Lograr que la Argentina ocupe el máximo sitial en corrupción.

Ø La juventud K pueda seguir volando gratis en Aerolíneas Argentinas para ver eventos deportivos, mientras el pueblo se sigue muriendo de hambre.

Ø Sigan destruyendo el aparato productivo y continúen adueñándose de empresas como YPF, Aerolíneas Argentinas, Papel Prensa, Massuh, Banco de Santa Cruz, etc..

Ø El odio, la venganza y la confrontación permanente sigan enseñoreándose en nuestro país.

Ø En fin, para que la unión nacional, el afianzamiento de la justicia, la consolidación de la paz interior, la provisión a la defensa común, la promoción del bienestar general y la seguridad de los beneficios de la libertad establecidos en el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional y la propia Constitución Nacional, queden definitivamente convertidos en letra muerta.

Tal vez no lleguemos a ser como Cuba, Rumania o Alemania Oriental, pero al menos nos pareceremos.

Tal vez sea en ese momento en que esta sociedad despierte y tome conciencia –aunque tarde— de lo que pudimos haber sido y, por su hipocresía, cinismo e indolencia, no pudimos ser.

Emilio Guillermo Nani
L.E. 4.526.260